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El estándar de mi comparación

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Aileen: Saludos a todos los que nos acompañan en Mujer para la gloria de Dios!  Cathy Scheraldi de Núñez,  Mayra Beltrán de Ortiz y quien les habla Aileen, estamos muy agradecidas por todo su apoyo!

¡Les invitamos a suscribirse al canal de YouTube de Integridad y Sabiduría, darle me gusta a este video y compartirlo para que este contenido sea de edificación para muchos! La serie que estamos compartiendo se llama “El espejo de la comparación,” y este programa lo titulamos “El estándar de mi comparación”.

Cathy: Damos gracias a Dios por 

permitirnos conocer mejor Su palabra para aplicarla en nuestras vidas.  Una de las practicas que nos ayudan a aplicar Su palabra en nuestras vidas, es haciendo introspección con algunas preguntas que posteamos en Instagram.  Esperamos que al final de este programa podamos respondernos esta pregunta ¿ Mi confianza está en las posesiones que Dios me ha regalado, o está en Dios mismo? 

Y como nuestro objetivo es que la verdad de Dios impacte  nuestros corazones, necesitamos que sea nuestro Señor quien abra nuestros corazones a Su voz, oremos.

Mayra: En el programa anterior revisamos, a partir de la historia del fariseo Simón y la prostituta que visito su casa, cómo cuando utilizamos una medida equivocada al compararnos con otros, llegamos a conclusiones erradas. ¡De hecho , cuantas de nosotras al leer esta historia,  pensamos mal de Simón y actuamos igual que él, juzgando severamente a la mujer pecadora! Puede que intelectualmente entendamos la lógica detrás de lo que Jesús enseñó con esta historia, pero si no hay cambio en el corazón, no hemos aprendido la lección! 

Aileen: Y esto implica que nos estamos comportando iguales que los fariseos.   Cristo dijo al pueblo en Mateo 23:3 “haced y observad todo lo que os digan; pero no hagáis conforme a sus obras, porque ellos dicen y no hacen.” Y esto no es lo que nosotras queremos repetir ¿cierto?

Cathy: ¡Claro que no! Esta dobleza de carácter es otra muestra de un corazón engañoso y una mente con áreas entenebrecidas. ¡Entendemos el principio pero no lo aplicamos a nosotras mismas! 

Hoy queremos comenzar con otro tipo de comparación, aquella que perfila nuestra identidad. 

Todas recordamos la historia del joven rico que quería obtener la vida eterna. Comencemos leyendo desde Marcos 10:17

Mayra: Déjenme leerlo, porque también me llamó mucho la atención “Cuando salía para seguir su camino, vino uno corriendo, y arrodillándose delante de Él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?”.

Lo  primero que resalta es que este joven estuviera corriendo. En esta cultura, no era digno de correr, y menos una persona rica. Pudiéramos especular que este tenía mucho deseo de hablar con Jesús!

Aileen: Pareciera que estaba muy interesado en estar cerca de Dios, en ser un seguidor de Jesús. Sin embargo, como veremos, esto no era lo más importante en su vida. 

Otra acción que vemos en este versículo y que es fuera de lo común, es que este mismo joven se arrodilló delante de Jesús. Lo que nos hace pensar que él había visto algo diferente en Jesús. No sabemos exactamente qué fue, pero suponemos que este joven había escuchado algunas de las enseñanzas y la autoridad que Jesús tuvo al predicar.Cathy: Obviamente él vio algo diferente en Jesús e increíblemente estaba dispuesto a humillarse ante Él. ¡Parecía que su mirada estaba en las cosas de arriba, no en las de la tierra! (Col 3:2) Pero como veremos, su identidad no estaba en Dios sino en sus posesiones. ¿No fue increíblemente que este joven rico supiera a dónde ir en busca de respuestas? Sin embargo rechazó lo que oyó. Aunque la salvación es gratis porque es un regalo de Dios, para seguir a Cristo debemos estar dispuestos a rendir nuestras vidas ante el Señor.

Mayra: Evaluemos lo que Cristo le respondió, y por qué el joven lo rechazó. Lo primero que Jesús le dijo fue “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino solo uno, Dios.” Cristo como Dios es omnisciente y Él conocía el corazón de este joven, y está ratificándole la fundación de que Él es Dios mismo.  Y el joven reconoció la diferencia. Luego Jesús sigue diciendo “Tú sabes los mandamientos: “NO MATES, NO COMETAS ADULTERIO, NO HURTES, NO DES FALSO TESTIMONIO, no defraudes, HONRA A TU PADRE Y A TU MADRE y AMARÁS A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO” (Mat 19:18-19)

Aileen: Y el joven contesta “Todo esto lo he guardado; ¿qué me falta todavía?” Y la respuesta de Jesús a esta pregunta del joven, evidenciara que esto no era verdad. “Si quieres ser perfecto, ve y vende lo que posees y da a los pobres, y tendrás tesoro en los cielos; y ven, sígueme.” Si él realmente amaba a su prójima como a sí mismo, ¿Acaso le era tan difícil al joven cumplir con esto?

Cathy: ¡Claro que no!

Aileen: Precisamente, la negación del joven rico en cumplir con esta petición de Jesús puso en evidencia cual era su tesoro.

Y cual era? Leamos el último versículo, que lo demuestra.

Cathy: Déjenme leerlo “Pero al oír el joven estas palabras, se fue triste, porque era dueño de muchos bienes.” Los bienes materiales y el dinero tenían un poder sobre él.  ¡Su identidad necesitaba cambiar!

De hecho, sabemos que hay ricos que son salvos, por lo que el tener grandes riquezas no es un pecado. 

Mayra: ¿Entonces  cuál es la relación entre las riquezas y  el pecado? ¿Por que se suele asumir que los ricos viven en pecado?

Cathy: Porque aquellos que tienen muchas riquezas suelen idolatrarlas.  ¡Sobre todo cuando no tienen un corazón desprendido!

Y me pregunto ¿cuántas de nosotras hemos hallado nuestra identidad a Cristo? O para ponerlo de otra manera ¿cuántas de nosotras estamos dispuesta a rendirlo todo, si Dios nos pide hacerlo ahora?

Mayra: Estas preguntas están bien interesantes, y me imagino que nos inquietan a todas. ¡¿Pero en verdad, es necesario venderlo todo para ser salvos?!

Aileen: ¡Claro que no! la salvación es un regalo y no hay nada que podamos hacer para ganarla.

Mayra: Entonces, ¿por qué Jesús no le pidió primero al joven seguirle, y luego pedirle que regalara todo?

Aileen: De nuevo vemos la omnisciencia de Dios en acción! De antemano Jesús sabia lo que estaba en el corazón del joven.

Mayra: ¡Externamente este parecía querer seguir a Jesús, sin embargo, prefirió sus riquezas! 

Hay muchos que a primera instancia, y mientras no le cueste mucho, dicen ser cristianos.  Sin embargo abandonan la fe tan pronto como vienen las tribulaciones.  De hecho leamos la parábola del sembrador en Mateo13. 

Aileen: Déjenme leerla para recordarnos, en los versículos del 3-9 “el sembrador salió a sembrar; y al sembrar, parte de la semilla cayó junto al camino, y vinieron las aves y se la comieron. Otra parte cayó en pedregales donde no tenía mucha tierra; y enseguida brotó porque no tenía profundidad de tierra; pero cuando salió el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Otra parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron y la ahogaron. Y otra parte cayó en tierra buena y dio fruto, algunas semillas a ciento por uno, otras a sesenta y otras a treinta. El que tiene oídos, que oiga.” 

Cathy: Especulo que este joven rico sería como la semilla que cayo entre pedregales. En el mundo, las personas con riqueza usualmente se enorgullecen de sus posesiones y viven…comparándose con las personas que tienen menos. ¡Este joven hizo una comparación entre sus posesiones y Jesús, y vimos que las posesiones ganaron! Y justo después de leer sobre este joven rico, Jesús nos advirtió que “En verdad os digo que es difícil que un rico entre en el reino de los cielos. Y otra vez os digo que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el reino de Dios.”

Mayra:  ¿Cuántas de nosotras hemos leído estos versículos, sin embargo, pensamos más en como Abraham o David fueron ricos y fueron salvos…? El problema con el dinero no es el dinero, porque es un objeto; no tiene moralidad. La pregunta es ¿cómo nos vinculamos con el dinero?

¡Y en vez de sentirnos superiores porque tengamos más que otros, nuestro enfoque debe estar en cómo puedo glorificar a Dios administrando bien las riquezas que El me ha dado!

Escuchemos lo que Dios dice en Proverbios 30:8-9 “no me des pobreza ni riqueza;

dame a comer mi porción de pan, no sea que me sacie y te niegue, y diga: ¿Quién es el SEÑOR?, o que sea menesteroso y robe, y profane el nombre de mi Dios.”

Aileen:  Cuando no reconocemos a Dios como el verdadero dueño de todo, y a nosotros como simples administradores, entonces nos sentimos superiores a los demás por tener muchas riquezas.  ¡Pero cuando nos damos cuenta de que nuestro dinero pertenece a Dios y en Su bondad y amor, Él nos lo ha regalado, entonces somos agradecidas y generosas porque sabemos que no lo merecemos!  

Cathy:  El poseer grandes riquezas conlleva una continua prueba al corazón, para no dejarse envanecer.  ¿Estoy dispuesta a mirar hacia fuera para ver a dónde puedo ayudar?  ¿Es esta suma suficientemente generosa? ¿Es este el mejor tiempo para aportar o debo esperar? ¡Cuando manejamos las riquezas de una forma que busque honrar a Dios y bendecir a otros, nuestro enfoque se desplaza de mi yo! 

Mayra: ¡Aunque sabemos que nuestras riquezas no alcanzan para cubrir todas las necesidades que hay, ni tampoco es lo que Dios espera que hagamos, sin embargo, este enfoque hacia fuera es de bendición para mi corazón! 

Aileen:   Cuando tenemos más de lo que necesitamos y ayudamos a otros estamos solucionando dos problemas, la falta que alguien tiene, y la falta en nuestro corazón. ¡Y en este sentido ciertamente debemos comparar la generosidad de nuestro corazón pero con el corazón del Cristo! 

¿estoy siendo tan generosa como Él? La comparación no necesariamente es mala, es la manera en que nos compararnos y con quien nos comparamos, lo que hace la diferencia.  Dependiendo de esto, procederemos piadosa o pecaminosamente. 

Como vimos en el último programa, las medidas de Dios no son las del mundo y necesitamos transformar nuestra mente para que ella transforme nuestro corazón. 

Mayra: Vivimos comparándonos constantemente, aun inconscientemente. Por eso lo que necesitamos hacer es cambiar nuestro estándar de comparación, para que esta sea más parecida a lo que Dios quiere. Cuando me comparo y experimento compasión o empatía por otros, entonces esta comparación es de edificación y viene de Dios. ¡Sin embargo, cuando al compararme me siento superior y me enorgullezco, o por el contrario me siento inferior e insegura, mi enfoque está en mí y no en Dios!

Aileen: ¡Excelentes reflexiones para terminar por hoy!

Esta semana meditemos sobre ¿dónde está mi enfoque al compararme?, ¿cuáles son mis referencias y las emociones que experimento? ¿Mi confianza está en las posesiones que Dios me ha regalado o está en Dios mismo?

Cathy: Y recuerden que pueden 

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e Instagram escribiendo 

a @MPLGDD y en 

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gloria de Dios. 

Mayra: Por favor no olviden de orar por nosotras! Les esperamos en nuestro 

próximo encuentro en MPGD en el canal de Integridad y Sabiduría!