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El control, falta de dominio propio

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“Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.” (2 Timoteo 1:7).

En el programa anterior de “Mujer para la Gloria de Dios”, vimos cómo las hermanas compartieron con nosotras sobre el aguijón con el que luchamos todas las mujeres, y es el “Deseo de control”. Lo vimos bien de cerca en la vida de Sarah en su deseo de manipular las cosas debido de su falta de fe, y esto le trajo posteriormente discordia en su familia.

Definitivamente el deseo de controlarlo todo es no tener dominio propio, como nos lo dice el apóstol Pablo en su segunda carta a Timoteo 1:7. Las mujeres tenemos una necesidad de saber que en nuestras vidas tenemos todo bajo control, para sentirnos bien a nivel emocional. Esta sensación produce en nuestros cuerpos caídos un sentimiento de seguridad.

¿Por qué nuestra necesidad de control?

Al igual que Sarah, pensamos que Dios necesita nuestra ayuda para que las cosas salgan a la perfección. Tendemos a desesperarnos cuando las cosas no suceden a nuestro tiempo y favor. Entonces, ¿sabías que todo esto es una falta de fe y confianza en nuestro creador? Con nuestro accionar estamos limitando Su poder y control absoluto sobre todo lo que está por encima y debajo del sol. “el que forma la luz y crea las tinieblas, el que causa bienestar y crea calamidades, yo soy el SEÑOR, el que hace todo esto”. (Isaías 45:7).

Las evidencias del pecado de control son solamente la punta del iceberg. ¿Sabías que lo que vemos de un iceberg es solamente la punta? Pero hay mucho más de estas grandes masas de hielo debajo del agua, que a simple vista no se ven. Así que, hay algo mucho más profundo a lo que necesitamos prestarle atención. Nuestro pecado de control revela lo que pensamos sobre Dios y lo que pensamos de nosotras mismas.

Un pretexto innecesario.

La unión entre Abraham y Agar fue un pretexto innecesario de Sarah en vista de quería saciar su necesidad de traer un heredero a la familia a cualquier costo, sin medir las consecuencias. Esta es una táctica de Satanás al tentarnos en nuestros propios deleites, intereses y deseos. Su esterilidad fue el pretexto que ella utilizó para hacer que Abraham se llegara a su esclava, y la debilidad de carácter de él lo llevo a ceder ante esta propuesta descabellada de Sarah, para así tener descendencia.

Al dejarse ambos seducir por el deseo de tener un hijo a toda costa, esto les llevó a vivir unas terribles consecuencias, que hasta hoy las vemos en esa nación. La sabiduría terrenal y carnal, al adelantarse al tiempo de la misericordia de Dios, nos pone también fuera del camino de Dios. Esto pudiera evitarse completamente si buscáramos el consejo del Padre por medio de la Palabra y de la oración, antes de lanzarnos a decisiones presuntuosas y sospechosas.

Causas de la necesidad de control.

  1. Falta de confianza en Dios.
  2. Ansiedad al mañana.
  3. Miedo.
  4. Perfeccionismo.
  5. Querer el poder.

Las consecuencias de un control desmedido.

  1. Sarah es despreciada, y esto provoca resentimiento. “Abram tuvo relaciones con Agar, y ella concibió un hijo. Al darse cuenta Agar de que estaba embarazada, comenzó a mirar con desprecio a su dueña. (Gn.16:4).
  2. Agar piensa que es mejor mujer que Sarah, al sentirse más favorecida desde el cielo, y con mayor posibilidad de ser amada por Abraham al traerle su primogénito. 
  3. Vemos como Sara sufre en manos de aquella con quien condescendió pecaminosamente, y Agar se vuelve un instrumento de Dios para trabajar en su pecado.
  4. Sarah se vuelve una mujer quejumbrosa ante su esposo, por acciones que ella misma programó previamente. Entonces Saray le dijo a Abram: ¡Tú tienes la culpa de mi afrenta! Yo puse a mi esclava en tus brazos, y ahora que se ve embarazada me mira con desprecio. ¡Que el Señor juzgue entre tú y yo!” (Gn.16:5).
  5. La pasión de Sarah reina, y vemos cómo la razón se va de su casa y ni se la oye si se le habla. 
  6. Sus imprecaciones atrevidas y precipitadas suelen ser señal evidente de culpabilidad y de causas perdidas.
  7. Como resultado de esta mala decisión, vemos cómo Agar es afligida y echada de casa, fruto también de su provocación y desprecio hacia Sarah.

¿Cómo solucionarlo?

  1. Humíllate: Reconozcamos que para Dios no hay nada imposible; vayamos ante su presencia con corazones humillados y reconozcamos nuestro error. (Luc.18:27;1P. 5:6-7; 1Jn. 1:9).

2.  Descansa: En vez de luchar por tener el control, descansemos en quien posee sabiduría sobre todas las cosas. Pidámosle a Dios que nos ayude a ser como Él. Oremos por humildad para nuestro corazón, para que podamos dejar el control al único que verdaderamente lo tiene. (Mt.11:28-30; Sal. 37: 5-6).

“Nuestro Dios está en los cielos; Él hace lo que le place” (Sal.115:3).

  • Recuerda esto: Es vital hablar a nuestra alma y refrescarle que la obra de Cristo en la cruz fue la solución para nuestro mayor problema, pues perdonó nuestros pecados (Romanos 5:8); y su resurrección es nuestra garantía. Jesús está vivo y Él reina. Cuando la tentación de tener el control se asome, hablémosle a nuestra alma y recordémosle quién es nuestro Dios; Él nos ama, es fiel a sus promesas y sabe lo que es mejor para nuestras vidas. ¡Él está en control de todo cuanto sucede!

“El SEÑOR cumplirá su propósito en mí; eterna, oh SEÑOR, es tu    misericordia; no abandones las obras de tus manos” (Sal.138:8).

Dios les guarde sin caída.

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