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El amor como fruto del Espíritu 

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«Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio; contra tales cosas no hay ley» (Gálatas 5:22-23).


Estas características piadosas del fruto del Espíritu que vemos en los versos 22 y 23 se manifiestan en la vida del cristiano gracias a la obra del Espíritu Santo en nosotras. En Gálatas, Pablo explica que cuando caminamos en armonía con el Espíritu, el resultado será un buen fruto. Esto significa estar en unidad con la voluntad de Dios, procurando vivir en obediencia a Sus caminos por amor a Él y confiando en Su sabiduría y bondad.  

No obtenemos el fruto del Espíritu por nuestros propios esfuerzos; es una consecuencia natural de nuestra fe en Jesús y de permitir que el Espíritu Santo transforme nuestros corazones. Cuanto más dependemos de Dios, más crecemos en Sus cualidades.  

¿Y por qué es importante el fruto del Espíritu? Porque a medida que crecemos en piedad, paciencia, bondad, etc., nuestro carácter se asemeja más al de Cristo. Mostramos un amor de servicio a los demás, podemos estar gozosos en circunstancias difíciles y podemos mostrar mansedumbre y dominio propio bajo presión.  

Como dice el pastor John MacArthur: «El Espíritu produce fruto que consiste en nueve características o actitudes que se conectan de forma compleja entre sí y que se mandan a los creyentes en todo el Nuevo Testamento». Una de las que estudiaremos hoy es el amor.  

El amor como fruto del Espíritu es una expresión del carácter de Cristo en nosotras. No es simplemente algo que hacemos, sino lo que somos cuando el Espíritu nos transforma desde el interior.  

John Piper explica que «el amor se menciona primero porque abarca los demás frutos del Espíritu». Las ocho características que Pablo enumera después del amor describen cómo es una vida llena de amor. 

El Espíritu Santo es Dios. Tiene el poder de crear amor en nuestros corazones como le plazca. ¿Por qué, entonces, crea ese amor solo mediante nuestra confianza consciente en las promesas de Jesús? Eso es lo que hace. Según Gálatas 5:22, «El fruto del Espíritu Santo es amor». Así que es evidente que el Espíritu Santo es quien produce amor genuino en el corazón.  

¿Qué significa «el amor como fruto del Espíritu»? 
 

  1. Este amor no es humano. 
    No es un sentimiento romántico o afectivo, sino de amor ágape, es decir, un amor desinteresado, sacrificial, que busca el bien del otro sin esperar nada a cambio. Es por elección de la voluntad y no por afecto emocional; se basa en el respeto, devoción y afecto que incluyen siempre el servicio voluntario y la disposición incondicional al sacrificio. Es el tipo de amor que Dios tiene por nosotros (1 Juan 4:8-10) y que Cristo mostró en la cruz (Juan 15:13).  
  2. Este amor es producido por el Espíritu Santo. 
    No se genera por fuerza de voluntad ni por esfuerzo humano. Es un resultado de una vida rendida a Dios, en la que el Espíritu obra internamente para transformar el carácter.  
  3. Este amor es el fundamento de las demás características del fruto del Espíritu. 
    Muchos estudiosos bíblicos consideran que el amor es la raíz de todas las demás características del fruto del Espíritu. Por ejemplo, el gozo, la paz y la paciencia surgen cuando amamos verdaderamente a Dios y nuestro prójimo.
  4. Este amor se manifiesta en acciones concretas. 
    El amor del Espíritu se ve en cómo tratamos a los demás: con misericordia, perdón, humildad, servicio y generosidad. No es solo emoción, sino práctica (1 Corintios 13:4-7).
  5. Es evidencia de verdadera vida espiritual. 
    Jesús dijo: «En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros» (Juan 13:35). El amor como fruto del Espíritu es una de las señales más claras de una fe auténtica. 

¿Cómo podemos cultivar el fruto del Espíritu?  

  1. Dedicando tiempo a la Palabra de Dios. Podemos priorizar nuestra relación con Dios orando, adorando y leyendo la Biblia. En Romanos 12, Pablo escribe: «Transfórmense mediante la renovación de su mente».  
  1. Pidiendo al Espíritu Santo que nos ayude a ser más como Jesús. Podemos pedirle activamente que nos transforme y fortalezca nuestros corazones en amor, gozo, paz, paciencia y bondad.  
  1. Practicando el fruto del Espíritu. Podemos poner nuestra fe en acción, siguiendo los pasos de Jesús, cuidando de los pobres y amando al prójimo.  

Ya para concluir, recordemos que el amor es la primera manifestación del fruto del Espíritu mencionada por Pablo, ya que abarca el resto de las cualidades o virtudes que él describe. Las ocho características que Pablo enumera después del amor describen cómo es una vida llena de amor.  

Si queremos ser mujeres amorosas, debemos orar sin reservas por la obra transformadora del Espíritu Santo. Pero también debemos tomar nuestra Biblia y buscar a Jesús en ella. Meditemos con anhelo en Sus promesas hasta que nuestros corazones sean satisfechos en Él. Cuando eso suceda, el Espíritu y Su fruto de amor fluirán. 

¡Dios nos guarde sin caída! 

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Katerine Genao
Arquitecta, y madre a tiempo completo desde hace 6 años. Por la gracia inmerecida de Dios, hace 26 años que soy cristiana. Casada con mi príncipe de resplandeciente armadura y madre de tres hermosos niños. Formo parte del equipo de liderazgo de Jóvenes Universitarios (JAD), Ministerio de parejas y colaboró escribiendo para MPGD (Mujer para la gloria de Dios) y Ministerio Ezer, de nuestra iglesia local (La IBI).