El Pastor Héctor Salcedo predicó en base a Deuteronomio 6:4-9, y lo tituló: EL ABC DE LA CRIANZA CRISTIANA.
Estos versículos narran el mandato de Dios a Su pueblo cuando le dictó los mandamientos a Moisés, y al bajar les dice que esos son los mandamientos, estatutos y decretos que Jehová mandó que se enseñaran y que los pongan por obra. En estos mandamientos tenemos el primero y el más grande: Y Amaras A Jehová Tu Dios De Todo Tu Corazón, Y De Toda Tu Alma, Y Con Todas Tus Fuerzas.
Les manda a que estas palabras estén sobre sus corazones y se las repetirán a sus hijos y a los hijos de sus hijos, y que hablen de ellas en sus casas y fuera de ellas, en todo momento y que sean escritas en el frente de sus casa, en lugares visibles.
El propósito principal de estos pasajes es la preservación del pueblo de Israel antes de entrar a la tierra prometida, sin embargo son muy utilizados en la crianza y formación de los hijos.
Este es el primer principio sobre la fe y la obediencia, es un detonador de la ley moral, ya que así como Moisés enseñó al pueblo estos mandamientos, así los ministros de las iglesias deben enseñarlos a las ovejas, y los padres a sus hijos y nietos, porque el temor de Dios es el principio más poderoso para la obediencia.
En estos pasajes vemos tres grandes principios o pilares fundamentales para una buena crianza cristiana. Los cuales son:
1.- Los padres deben hacer suyos lo que enseñan. Deben meditar, valorar y amar las instrucciones y enseñanzas que pasan a los hijos. Nuestros hijos deben ver que amamos y valoramos la Palabra de Dios. Predicar también con el ejemplo.
2.- Los padres deben comprometerse con una vida de enseñanza cristiana. Diligentemente enseñar a nuestros hijos la Palabra de Dios, las verdades espirituales, de manera diaria y sistemática, ser constantes. Procurar enseñarles que amen a Dios con todo su corazón y sus fuerzas. Estas enseñanzas debemos hacerlas a través del Evangelio. Debemos convertirnos en el evangelista de nuestros hijos y que puedan ver su necesidad de salvación.
3.- La presencia de los padres. Para ser constantes en las enseñanzas y que ellos puedan ver que los padres les predican con el ejemplo, debe haber presencia de los padres, dedicarles tiempo en cantidad y calidad.
Nuestro trabajo fundamental con nuestros hijos es pasarles un legado moral y espiritual, para que en el mañana sean los hombres que dirijan la sociedad y el país por los caminos del Señor. Debemos formar su carácter y darles una cosmovisión que les permita amar a Dios con todo su corazón, su alma y sus fuerzas.
Las iglesias y colegios cristianos no son los responsables de guiar a los niños. La responsabilidad primaria recae sobre los padres, y cuando la iglesia o el colegio difieren de nuestras enseñanzas debemos tomar medidas.
Este es el primer y gran mandamiento de la ley de Dios, que le amemos con todo nuestro corazón, nuestra alma y con todas nuestras fuerzas, con un amor sincero, fuerte, superlativo, inteligente y entero. Para esto debemos meditar sobre la Palabra diariamente y repetirla a los hijos constantemente, para que nuestros hijos sean formados en el temor de Jehová nuestro Dios.
Que Dios bendiga nuestros hijos.