El gran mover de la Reforma Protestante en los años 1500 se debió al hecho de que la enseñanza de las doctrinas de la gracia, y de las Solas (Sola Escritura, Solo por Gracia, Solo por fe, Solo Cristo y Solo a Dios la Gloria), que estuvieron escondidas por mucho tiempo en el mundo, por razones humanas, comenzaron a resurgir. Realmente después de Agustín de Hipona (354 – 430 d.C), la Iglesia comenzó a caer en un deterioro progresivo, tanto desde el punto de vista del entendimiento teológico como desde el punto de vista moral. Esa espiral descendente culminó con la explosión del movimiento de La Reforma iniciada por Martín Lutero cuyo ánimo se vio provocado al ver el perdón de pecados siendo vendido a través de lo que se conoció como la venta de las indulgencias. Muchos consideran los años del siglo V – XV como los años oscuros de la iglesia y en gran medida la sociedad misma entró en un período de rezago.
Después de su nacimiento el día de Pentecostés, la Iglesia, comenzó a desarrollarse, a impactar el mundo romano, las ciudades y comunidades comienzan a cambiar, el evangelio comenzó a esparcirse, nuevas iglesias comenzaron a establecerse. A partir de los años 300’s se produjo una amalgama entre la iglesia y el poder político, cuando Constantino abrazó la fe cristiana, después de su conversión (si fue genuino o no, no lo sabemos). La conversión de Constantino lo llevó a promover los valores de la Iglesia Cristiana, pero lamentablemente estos valores comenzaron a mezclarse con la cultura pagana del Imperio, lo cual termina en la corrupción de la fe. Esto siguió propulsando el avance de la Iglesia, hasta la caída del Imperio Romano en el año 486; esta etapa inicial fue la época de oro de la Iglesia Cristiana. Se pudiera usar la caída del Imperio Romano para decir a partir de cuando la Iglesia entró en una oscuridad y por los próximos diez siglos, mil años, se produjo una especie de oscuridad no solamente sobre la vida de la Iglesia, sino también en la vida de la sociedad. Esto era de esperarse puesto que la Iglesia es la luz del mundo y la sal de la tierra; si la iglesia está en oscuridad, la sociedad va a estar sin luz.
La Iglesia es la luz del mundo y la sal de la tierra; si la iglesia está en oscuridad, la sociedad va a estar sin luz.
Por esos mil años, con raras excepciones, la predicación de la Palabra no fue lo que había sido y no fue lo que fue después de la época de la Reforma. La Iglesia se convirtió más bien en un poder político, altamente corrupto y comenzó posteriormente a ser denunciada por algunas voces que señalaban su corrupción, tanto moral como doctrinal. En un momento dado Dios levanta a un hombre como, Martín Lutero, quien se percató que lo que la Iglesia había enseñado como doctrina de salvación a través de las obras y la compra de Indulgencias para perdón de pecado y la salida del Purgatorio a través de dinero y donaciones, era contrario a la Palabra. Fue a partir de este momento que las doctrinas de la gracia comenzaron a re-surgir. No es que Lutero y los reformadores hayan postulado estas doctrinas como una idea original, sino que lo hicieron bajo la autoridad de la Palabra, proclamando con valor lo que ella revela. A partir de ese momento la Iglesia comienza a reverdecer, su luz comienza a brillar. La manera como se ha resumido este movimiento es con la frase «después de la oscuridad, luz». Después de mil años de oscuridad, brilló la luz, vino la luz al mundo. Lo que vino fue un resurgimiento de doctrinas ya conocidas, ya enseñadas, ya predicadas.
Cuando esas doctrinas se predicaron en Europa, el continente se encendió. Estas doctrinas no han sido predicadas en América Latina. Quinientos años después de la Reforma, esas doctrinas permanecen ignoradas en el seno de la sociedad ya que la gran mayoría de ellas han permanecido entre las enseñanzas de la iglesia local sin ningún efecto más allá de sus muros. Esa es la razón detrás mi interés para que estas doctrinas corran a lo largo de nuestro continente porque cuando el hombre entienda la salvación por lo que verdaderamente es y no por lo que el hombre ha creído que es, eso va a tener otro color en las naciones. Por eso le llamamos Doctrinas que han Transformado el Mundo. Pablo fue transformado cuando comprendió esto, al igual que Lutero y Calvino. A nivel personal cualquier nivel de transformación que alguien pueda ver en mi por más pequeño que sea ese cambio (no considerándome haber arribado), se la debo enteramente al entendimiento de estas doctrinas. Sin lugar a dudas nada cambió mi vida, mi mente, mi corazón, mi fe, mi confianza, mi imagen de Dios como el entender estas enseñanzas y de ahí mi necesidad de proclamarlas y dejarlas correr y a lo largo de las naciones.
Sin lugar a dudas nada cambió mi vida, mi mente, mi corazón, mi fe, mi confianza, mi imagen de Dios como el entender estas enseñanzas y de ahí mi necesidad de proclamarlas y dejarlas correr y a lo largo de las naciones.
Es mi deseo que pueda entender mejor el efecto que estas doctrinas puede tener en su vida. Lo único que estas doctrinas hacen es cambiar nuestro enfoque de nosotros mismos y colocarlo en la grandeza de un Dios todopoderoso, soberano quien salva al pecador para la gloria de Su Nombre. Es mi fiel convicción que a medida que usted entienda mejor que Dios hace todo para Su gloria, la manera en como usted opera, trabaja, vive en su familia, impacta la sociedad, va a ser monumentalmente diferente. A medida que comprendamos mejor el carácter de quien es Dios, más queremos vivir conforme a la excelencia de Su gloria. De aquí mi pasión de que estas doctrinas sean dadas a conocer, porque la única esperanza de la sociedad es el evangelio de Jesucristo que puede cambiar el corazón del hombre y su forma de pensar. Todo para la gloria de nuestro Dios.
De todas formas queda, por lo menos personalmente, en pie la responsabilidad del hombre o la participación de su voluntad. Al respecto, se me vienen a la mente dos ejemplos bíblicos. Uno de ellos es cuando Jesucristo está a la puerta y llama, y el otro es la parábola del sembrador. En el primer caso, Jesús no fuerza la puerta, EL está esperando, insistiendo pero esperando. En el segundo caso, se siembra la semilla, pero, como se puede apreciar, solo el corazón de buena tierra es apta para su germinación. En estos dos ejemplos existe siempre lo que el hombre puede o debe hacer.
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