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Día 5: A la espera del Salvador como Juan el Bautista

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Lucas 3:1-3
«En el año decimoquinto del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Felipe tetrarca de la región de Iturea y Traconite, y Lisanias tetrarca de Abilinia, durante el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y él fue por toda la región contigua al Jordán, predicando un bautismo de arrepentimiento para el perdón de los pecados;»

Ya vimos como Elizabeth reconoció la bendición que María recibió al ser escogida como madre del Salvador. Ahora vamos a estudiar al personaje que estaba dentro del vientre de Elizabeth. Este personaje importante es quien saltó con gozo dentro del vientre de Elizabeth cuando escuchó el anuncio de María acerca de su embarazo. A partir de ese momento se comienza a desarrollar un embarazo, que eventualmente, resulta en este gran personaje que nosotros conocemos como Juan el Bautista.

Juan fue un personaje vitalmente importante porque fue el introductor del Mesías. De hecho, el personaje de Elías, quien fue anunciado en el libro de Malaquías como alguien que vendría antes del día del Señor y tendría una función capital en reconciliar a los padres con los hijos y los hijos con los padres, fue Juan el Bautista. Sabemos esto porque, cuando alguien le pregunta a Jesucristo acerca de Elías en el Nuevo Testamento, Él dice que Elías ya vino, refiriéndose a Juan el Bautista.

En Lucas 3, vemos el inicio del ministerio de Juan el Bautista. Lucas 3:1-3 dice, En el año decimoquinto del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Felipe tetrarca de la región de Iturea y Traconite, y Lisanias tetrarca de Abilinia, durante el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y él fue por toda la región contigua al Jordán, predicando un bautismo de arrepentimiento para el perdón de los pecados”. Es interesante que Lucas escoge siete personajes importantes y en medio de ellos viene este siervo diminuto y desconocido, Juan el Bautista, quien comienza a anunciar el evangelio de arrepentimiento que hoy sabemos que son las buenas nuevas del perdón de nuestros pecados vía la oferta que Cristo hizo al morir en la cruz.

Juan tenía claro cual era su función; cuando vinieron a preguntarle si él era el Cristo, el mesías, el enviado, él dice, “¡NO! Después de mi, viene otro. Yo no soy ni siquiera digno de desatar Sus sandalias.” El desatar las sandalias de pies polvorientos y sucios era considerado como la única cosa que un discípulo no debía estar dispuesto a hacer por su maestro porque era considerado una tarea como de esclavos y Juan dice que él ni siquiera es digno de hacer tal cosa. En el devenir del tiempo, Juan también declaró que él tenía que dejar de crecer y de ser el centro de atención para que Cristo, en Su función de Mesías, pueda crecer. Por eso es que se ha dicho que Juan el Bautista es el único pastor que levantó una congregación para dejársela a otro. Él tenía una serie de discípulos que, en el tiempo, fue dirigiendo a que fueran hacía Jesús porque él sabía que su misión había sido cumplida.

Juan el Bautista fue esa voz que clamaba en el desierto, “Enderezad el camino del Señor” tal y como los súbditos hacían en ese tiempo cuando un rey iba a otras regiones, iban por delante, enderezando los caminos, aplanando y allanando el terreno para el rey. Eso hizo, Juan el Bautista para el Mesías.

Que Dios nos encuentre proclamando el mismo bautismo de arrepentimiento y las buenas nuevas del evangelio cuando Su Hijo haga entrada otra vez.