Apocalipsis 1:4-8
“Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a ustedes, de parte de Aquel que es y que era y que ha de venir, y de parte de los siete Espíritus que están delante de Su trono, y de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos ama y nos libertó de nuestros pecados con Su sangre, e hizo de nosotros un reino, sacerdotes para Dios, Su Padre, a Él sea la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Amén. «Yo soy el Alfa y la Omega», dice el Señor Dios, «el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso».”
Por varios días, hemos estado hablando acerca de personajes que estuvieron a la expectativa y espera de la venida del Mesías. Al mismo tiempo, hemos recordado que nosotros deberíamos tener una expectativa similar porque hay un anuncio de una segunda venida de Cristo que muchos no conocen.
El numero de profecías acerca de esta segunda venida sobrepasa por mucho el numero de profecías acerca Su primera venida. De hecho, el Antiguo Testamento esta repleto de anuncios acerca de esa segunda venida. Nosotros deberíamos tener la actitud que tenía Simeón y Ana, aquellos dos personajes que estuvieron en el templo cuando María y José fueron a presentar a Jesús al octavo día como era de costumbre.
El 25 de diciembre, el mundo celebra la entrada de Jesús al mundo, aunque sabemos que Él realmente no nació ese día. Esta es una tradición que ha sido establecida por algunas razones históricas; se celebraba en esa ocasión el solsticio el sol el cual era adorado como un dios. Entonces, en el devenir del tiempo, se quiso sustituir esa celebración por la celebración de nuestro Mesías llevando a que se quedara en la historia de esa forma.
La realidad es que no importa si Jesús nació el 25 de diciembre o en marzo, abril o mayo. Él vino y trajo salvación, y la próxima realidad es que Él vuelve. ¿Cómo es esto anunciado? Escucha lo que dice Juan en Apocalipsis 1:4-8, “Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a ustedes, de parte de Aquel que es y que era y que ha de venir, y de parte de los siete Espíritus que están delante de Su trono, y de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos ama y nos libertó de nuestros pecados con Su sangre, e hizo de nosotros un reino, sacerdotes para Dios, Su Padre, a Él sea la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Amén. «Yo soy el Alfa y la Omega», dice el Señor Dios, «el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso».”
Ahora, ¿Cómo ha de venir ese Jesucristo? En la primera ocasión, Él vino a través de María como un niño. En esta ocasión, Él no viene de esa manera sino que viene como lo que es, ¡Como el Rey de reyes y Señor de señores! Él viene con las nubes (v.7).
Nota que en este pasaje hay una referencia a la primera venida y una referencia a la segunda venida. Aquí vemos una referencia a que Él vino la primera vez y trajo redención, pero también hay una referencia a que cuando Él regrese, no solamente vendrá a cumplir con aquello que había prometido y a inaugurar un nuevo reino, sino que también viene a juzgar.
Escucha lo que dice, “y todo ojo lo verá, incluyendo los que lo traspasaron”. Aquellos que pecaron contra Él tendrán el temor de ver que Aquel a quien ellos traspasaron está de regreso y dice que: “todas las tribus de la tierra harán lamentación”. Harán lamentación aquellos que lamentablemente no le han conocido como Señor y Salvador, aquellos que no han reconocido su condición de pecador y que no han reconocido el derramamiento de Su sangre para perdón de nuestros pecados. Esos se lamentarán porque ya no tendrán otra oportunidad.
Nosotros Sus hijos nos regocijaremos y seremos de aquellos que dirán, “Bendito sea el Dios, ¡Bendito sea el Alfa y el Omega! El que era, el que es y el que ha de venir. A Él sea la gloria, el honor, toda la alabanza por los siglos de los siglos.”
Ahora que el mes de diciembre está finalizando, te invito a que tú puedas hacer reflexión, ir a la Biblia y encontrar que tú también tienes una necesidad de perdón. Recuerda que esa necesidad de perdón que tienes ha sido llenada por Dios en la persona de Cristo de una manera tan extraordinaria que no hay nada ni nadie más que te puede ofrecer dicho perdón. Solo Él quien fue clavado en la cruz por tí y por mí pero que hoy reina desde los cielos puede perdonar nuestros pecados.
Es mi intención que, en este tiempo de navidad, tú puedas reconocer la necesidad que tienes de un salvador y que, habiendo hecho dicho reconocimiento, puedas arrodillarte delante de Él, ya sea física o espiritualmente, y decirle, “Señor yo necesito perdón de pecados y reconozco que Tu sangre derramada en la cruz es lo único que puede limpiarme de mi condición”. Mi deseo es que puedas entregar tu vida a Él y reconocerle de manera permanente como tu Señor y Salvador, y que recibas el mayor de los regalos que podrías recibir en este 25 de diciembre: la salvación del Hijo de Dios.