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Desafiados a una mejor vida [Segunda parte]

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Desafiados A Una Mejor Vida ( segunda parte ), el domingo 22 de enero, el pastor Luis Méndez continua con la segunda parte de este sermón en la IBI, el cual está basado en la carta a los Hebreos, capítulo 13, versículos 5 y 6.

La semana pasada, en la primera parte del mensaje, vimos la exhortación del autor de Hebreos al decirnos de manera imperativa: Sea vuestro carácter sin avaricia. Con relación a este mandato vimos tres ilustraciones bíblicas sobre la avaricia y codicia, las cuales fueron:  1.- En 2 Reyes 5 en la historia de Amaán , 2. En Mateo 26 y 27 vimos la historia de Judas , y 3. En Hechos 5 vimos la narración de lo sucedido con Ananías y Safira. 

Aprendimos que la dinámica de una vida excelente debe ser vivir bien ahora, disfrutando de lo que Dios nos ha dado,  y deseando aún más lo que Dios nos ha prometido.  Ese es el desafío.  De ahí es el título de este mensaje ( Desafiados A Una Mejor Vida ). Debemos aprender a estar satisfechos y confiados en Dios. Es la mayor exhortación. Sea nuestro carácter sin avaricia.

La avaricia nos hace miserables. Por eso el autor de Hebreos nos exhorta  a tener un carácter sin avaricia.

El efecto más dañino que tiene el mal de la avaricia es que apaga el temor de Dios. En vez de vivir deleitándonos en sus promesas, vivimos provocando sus juicios. Por eso debemos combatirla porque enfría nuestro deleite en Dios. El contentamiento es el antídoto contra la avaricia. Contentamiento con lo que Dios nos ha dado ahora. Tener a Jesús en el corazón es el verdadero gozo, es la fuente del contentamiento, es todo lo que necesitamos.

Después de aprender a vivir bien deleitándome en lo que Dios ya me ha dado, somos desafiados por Dios a una mejor vida. A tener una vida de contentamiento. Una de las demandas más extraordinarias de la vida cristiana es aprender a estar confiados en Dios. Cómo balancear la tranquilidad y gozo con lo que Dios nos ha dado, con mis deseos y aspiraciones.

Por confiados debemos entender que se refiere a depositar toda nuestra confianza en Dios. Esta confianza está sustentada en las promesas de Dios, las cuales están establecidas en Deuteronomio 31, versículo 6. Por tanto, no podremos vivir contentos si no confiamos en Sus promesas que nos dice que nunca nos abandonará.  La mayoría de nuestros problemas es porque no vemos a Dios en nuestras circunstancias. 

Debemos aprender a ver a Dios, y no vernos tanto a nosotros mismos. Aprender a deleitarnos en la Palabra.  La presencia de Dios la podemos verificar en la vida práctica a través de su regalo para nosotros en Jesucristo, en Número23:19 y en Romanos 8 podemos verificar esto, y en adición tenemos el Salmos 73:21.

El punto principal no es lo que pasa aquí, sino lo que pasa en la eternidad. Nuestra bendición en Dios. Dios es la fortaleza de mi corazón.  La clave no es vivir por lo que yo siento, sino por lo que Dios ha prometido. El efecto de la promesa de Dios es crear confianza. Aprender a escucharnos menos a nosotros mismos y escuchar más a Dios a través de lo revelado en Su palabra. Para esto tenemos múltiples pasajes en los Salmos que sustentan Sus promesas.

La paz es un fruto del Espíritu y vendrá a mi corazón porque he confiado en Dios, no porque posea bienes o por lo que piense de mí mismo.  Lo veo en cada día de mi vida porque Su palabra lo establece y que Él es grande y poderoso más que mis circunstancias. Porque el enemigo de nuestras almas siempre está trabajando para presentarnos la bondad de Dios como una crueldad. Muchas veces Dios permite un mal menor para librarnos de un mal mayor, porque Dios siempre es bueno y siempre está a mi favor.

La única manera de crecer y confiar en Dios es si aprendemos, meditamos y reflexionamos más en Dios y Su Palabra. Al abrazar sus promesas y confiar más en El, entonces Dios me libera del temor, y soy más ayudado por Él. Al finalizar,  el pastor Méndez leyó una porción del salmo 118  y reflexionó sobre esta confianza en Dios, reconociendo la bondad de Dios. Por lo que hizo la siguiente pregunta: ¿Cuál es la base de nuestra confianza en la vida?, e inmediatamente responde: nuestra confianza debe estar en Dios y sus promesas que están en Su palabra. Dios nos desafía hoy para que nos rindamos más a Él, rendir nuestros temores, que tengamos una mejor vida en Él.

Padre celestial, fortalece y aumenta nuestra fe. No queremos seguir iguales, cambia nuestra visión, para que Tú seas lo primero en nuestras vidas. Ayúdanos a ver tu desafío para nuestra vida, y poder cumplir el propósito para lo cual  Tu nos has creado. Bendiciones.

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Luis nació en Santiago, República Dominicana. El conoció al Señor Jesucristo mientras cursaba sus estudios universitarios en 1985. Desde ese momento empezó a asistir a la Iglesia Bautista de la Gracia en la ciudad de Santiago donde Dios le concedió crecer en el conocimiento de su gracia, y allí más tarde sirvió como diácono desde 1987. En agosto del 1997, cinco años más tarde, en esa misma iglesia, recibió su llamado al ministerio pastoral y allí sirvió como pastor desde el 1997 hasta el 2006. En Julio del 2006, después de un largo tiempo de oración y consideración, Luis decide mudarse junto a toda su familia a Minneapolis, MN para recibir un entrenamiento teológico formal en el Instituto Teológico de Bethlehem Baptist Church, bajo la guía del pastor John Piper. Luego de completar sus estudios, allí se desempeñó como pastor y anciano hasta Agosto del 2016. En Septiembre del 2016 Luis ha iniciado un proceso de transición para integrarse al liderato de la IBI enfocado principalmente en el área de Consejería. Luis es miembro de la Asociación de Consejeros Bíblicos Certificados en Estados Unidos (ACBC) y también un Life Coaching Certificado con la American Association of Christian Counselors y ejerce parcialmente esa labor con varias organizaciones y personas particulares, incluyendo entre otros los jugadores hispanos de diferentes organizaciones de baseball profesional en los Estados Unidos. Luis está casado con Vilma desde 1988, junto a quien ha procreado tres hijos: Raquel, Eva y Luis Jr y su residencia esta compartida en Arizona, USA y Santo Domingo, R. D.

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