Si hay algo verdadero en la vida, es que ésta no siempre es como deseamos o como hemos soñado que fuera, y si no estamos apercibidos de esto desde temprano, acompañados de una visión bíblica de la vida, nuestras expectativas nos llevarán a estar inconformes, rebeldes a la voluntad de Dios y por supuesto a no dar fruto en todo tiempo.
Estamos llamadas a tener expectativas reales, confiando siempre en lo que nos enseña La Palabra de Dios.
Un gran ejemplo de esto es el personaje bíblico “Débora”. Viviendo en un tiempo en que «cada quién hacía según le parecía», el caos, la insatisfacción, la incertidumbre, la decepción, las quejas y disputas, deben haber estado a la orden del día en medio de las personas que la rodeaban. La razón de esto era que una y otra vez Israel volvía a su patrón o círculo de idolatría, incredulidad, juicio de Dios, arrepentimiento y restauración de parte de Dios.
Entonces, en medio de este caos y de hombres que no estaban liderando como debían, por no vivir vidas rendidas a Dios, Él levantó a Débora para ser líder, profetiza y jueza de la nación, además de ser esposa y madre. Ahora bien, ese fue un llamado único, particular, y ella se veía por encima de todo como madre de Israel.
‘Cesaron los campesinos, cesaron en Israel, hasta que yo, Débora, me levanté, hasta que me levanté, como madre en Israel’. (Jueces 5:7)
Israel era una nación que padecía disfunciones en su andar al igual que nosotros en algunas áreas de la vida, en nuestras familias o sociedad. ¿Porqué pensar en Débora para este tema? Imagínate lo que era para esta mujer estar en medio de situaciones diarias que la llenaban de tristeza por la condición de su pueblo, juzgando en medio de las disputas de las personas, ayudando a quienes podía desde su posición, y animando a Barak a ir liderando al frente de la batalla por su pueblo para ser librados de la opresión. Animando a los hombres a tomar su lugar como líderes.
Pero, a pesar de todo esto que sucedía, no vemos a Débora quejarse, ni la vemos argumentar contra Dios por el papel tan inusual que le asignó. Por el contrario, Débora es una mujer de fe, esperando y confiando en Dios en medio de tiempos muy inciertos y difíciles.
Nosotras por igual, hoy podemos enfrentar situaciones duras, incómodas, tiempos como este, de pandemia que traen crisis en los hogares, en las vidas de personas amadas o en nuestras familias y en nosotras mismas, pero debemos tener esa actitud que tuvo Débora, quien confió en Dios a pesar de las circunstancias, mientras damos ejemplo y fortalecemos a aquellos que están a nuestro lado. Debemos ver a Dios obrando, teniendo control soberano en todo y eso debe llenarnos de gozo.
El gozo no depende de mis circunstancias, si no de tener la confianza en Aquel que las controla
El resultado de esto es paz, seguridad, esperanza, ánimo. Todo eso es lo que me hace estar gozosa cualquiera que sea la situación por la que atraviese. El gozo no es la alegría que sientes al tener un hijo, o lograr un éxito en algo, o irte de viajes. No se trata de algo que en el momento te hace saltar de felicidad, sino más bien es esa confianza de que Dios es real y está presente en nuestras vidas y está actuando aún no lo veamos. Aun cuando todo parece estar de cabezas.
Esto me lleva a preguntarme:
- ¿Estoy viviendo yo como Débora en mi tiempo?
- ¿Es mi confianza en la soberanía de Dios tan real que puedo dar fruto de paz, Mansedumbre, confianza, gozo, amor, paciencia, bondad como dice Gálatas 5:22-23?
- ¿En qué he basado mis expectativas de gozo o plenitud: en lo que yo he soñado o en lo que Dios ha dicho en su Palabra y puedo aplicar para mí vida?
Te animo a ver a Débora como un ejemplo de cómo vivir plena, gozosa y dando frutos en cualquier etapa o situación de tu vida. Recordando que todo lo que fue escrito en tiempos pasados, para nuestra enseñanza se escribió, a fin de que por medio de la paciencia y del consuelo de las Escrituras tengamos esperanza (Romanos 15:4).
Hagamos nuestras las palabras del Señor a través del profeta Jeremías, tomándolas para nosotros como hijas de Dios y orando que El nos permita vivir de esta manera por su gracia en nosotras. ‘Bendita es la mujer que confía en el Señor, cuya confianza es el Señor. Será como árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces junto a la corriente; no temerá cuando venga el calor, y sus hojas estarán verdes; en año de sequía no se angustiará ni cesará de dar fruto.’ (Jeremías 17:7-8)
Este artículo es material producido y creado por el equipo del ministerio de mujeres de la Iglesia Bautista Internacional, Ministerio Ezer.