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Coqueteando con la verdad

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Este domingo, el pastor Miguel Núñez predicó el sermón Coqueteando con la verdad basado en Hechos 24:24-27.

Hace unos días atrás, la comunidad evangélica internacional fue chocada con la noticia de qué Joshua Harris, el pastor y autor del afamado libro, I kissed dating goodbye (Yo le dije adiós al noviazgo), había anunciado su divorcio y su abandono de la fe. Éste fue un hombre que abrazó la fe bíblica, proclamó el evangelio de manera extraordinaria y, sin embargo, después de años de predicar el evangelio bíblico, acaba de anunciar que ha abandonado la fe. El anuncio, por un lado, es causa de gran tristeza y por otro lado abre nuestros ojos a ver que existe una diferencia entre aquellos que solo profesan la fe y aquellos que poseen la fe. En muchos casos la única manera de saber quién es quién es a través de la prueba del tiempo.

La prueba del tiempo no es más que la persistencia del creyente de forma consistente en los caminos de Dios hasta el final. Algunos como el apóstol Pablo han pagado el precio hasta el final. Otros han perseverado por un largo tiempo, pero no hasta el final. Otro grupo, habiendo escuchado el mensaje del Evangelio una y otra vez, nunca dieron el paso de abrazarlo y lamentablemente terminan en la condenación eterna. Ese grupo que se ha expuesto a la verdad de Cristo de manera recurrente sin abrazarla ha estado coqueteando con la verdad.

Coquetear con el evangelio de Cristo sin abrazarlo tiene consecuencias severas, dolorosas y eternas. En Hechos 24:24-27, veremos al gobernador Félix escuchando la verdad de manera recurrente pero nunca abrazándola, así como Herodes Antípas quien terminó decapitando a Juan el Bautista (Marcos en 6:20).

En el sermón pasado, vimos que el apóstol Pablo había llegado hasta Cesárea custodiado para evitar una muerte planificada por más de 40 hombres interesados en quitarle la vida. Las autoridades judías eventualmente se movilizaron hasta la ciudad de Cesárea para presentar sus quejas ante el gobernador Félix. Estas acusaciones fueron presentadas no por el sumo sacerdote Ananías, sino por un abogado de nombre Tértulo y fueron precedidas por una gran lisonja acerca de la bondad del gobernador Félix cuando en realidad este hombre fue conocido por su inmoralidad y crueldad. Por otro lado, las acusaciones mismas representaban mentiras caracterizadas por la especulación, la alteración de los hechos y en otros casos eran simplemente mentiras francas. Por su parte, el apóstol Pablo presentó su versión de los hechos de una forma más sucinta; termina presentando su propio testimonio. El gobernador Félix no pudo encontrar falta con el apóstol Pablo y decidió esperar hasta que subiera el comandante Delicias quien estaba en Jerusalén para decidir el caso de Pablo. Mientras tanto, el gobernador dio instrucciones para que mantuvieran a Pablo bajo custodia.

En Hechos 24:24-27, el gobernador Félix quiso escuchar a Pablo de nuevo pero esta vez en presencia de su mujer, Drusilla. Ella era la hija menor de Herodes Agripa, el rey responsable de decapitar al apóstol Jacobo, el hermano de Juan. El texto nos dice que Dios juzgó a Herodes Agripa un día cuando una multitud dijo que cuando él hablaba, su voz era la voz de Dios y no la voz de un hombre. Como este rey no dio gloria a Dios, un ángel del Señor le quitó la vida. Herodes Agripa repentinamente cayó muerto y fue comido por los gusanos de manera inmediata. Drusila, al mismo tiempo, era la nieta de Herodes el Grande, aquel que ordenó la matanza de todos los niños menores de dos años de edad tratando de eliminar la vida de Jesús cuando todavía era apenas un infante. De forma tal que el trasfondo familiar de Drusilla no era nada moral ni piadoso. Ella era una mujer joven, judía y que aparentemente tenía una belleza extraordinaria. 

Por otra parte, el gobernador Félix era conocido por su crueldad. De hecho, era un hombre inmoral y sin escrúpulos. Drusila era su tercera esposa y él la había seducido mientras ella estaba casada con el rey Azizo. Menciono todo este trasfondo para que podamos entender delante de quien es que Pablo estaba este día cuando él fue llamado para hablarle a esta pareja.

Pablo, el hombre de corazón noble y piadoso estaba frente a una pareja de corazón perverso. Pablo, el hombre de corazón íntegro estaba frente a una pareja sin escrúpulos. Pablo, un hombre manso, estaba frente a Félix, un hombre implacable.   Pablo, el hombre que quería complacer a Dios frente a Félix, el hombre que solo le interesaba complacerse así mismo. Esta era un oportunidad intimidante para Pablo. 

El texto de hoy, aunque sumamente corto, nos deja ver cuál fue la estrategia de predicación que el apóstol Pablo usó. En primer lugar, el versículo 24 nos dice que Pablo les habló acerca de la fe en Cristo Jesús. Pablo tuvo que haberle hablado de Cristo como el único camino de salvación, de la necesidad del arrepentimiento de pecados y del sacrificio de Cristo como lo único que puede limpiar al pecador de su maldad.

La pregunta que pudiéramos hacernos es, ¿cómo abordo Pablo el mensaje de salvación para esta pareja? Como vemos en Hechos 24:25, Pablo les habló de (1) la justicia, (2) el dominio propio y (3) el juicio venidero.

1. La justicia

Algunos han pensado que Pablo le habló a Félix acerca de la justicia porque él era un hombre sumamente injusto, cruel y dictatorial. Sin embargo, la mayoría de los académicos estudiosos están de acuerdo en que Pablo le hablo más bien de la justicia que nosotros necesitamos poseer para entrar al reino de los cielos. Usualmente, cuando vemos la palabra justicia en el Nuevo Testamento asociada a la salvación, está haciendo referencia al estado de perfecta santidad o al carácter justo, sin pecado que se requiere para entrar a la presencia de Dios. Por eso dijo Cristo en Mato 5:20 “que si vuestra justicia no supera la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.” 

Para los judíos la justicia o el carácter justo tenía que ver con lo externo—sus tradiciones; consistía en actos externos de aparente piedad, mientras sus corazones estaban llenos de maldad y malas intenciones. Pero Pablo estaba listo para hablarle de una justicia que tiene que ver con un cambio de corazón que produce un cambio de valores, lealtades y prioridades y una destrucción de ídolos. Félix y Drusila tenían que entender que donde el carácter cristiano no está, Cristo no está. Cuando Pablo habló, quedó claro que para entrar al reino de los cielos se requiere la justicia perfecta del Señor Jesucristo, lo cual amerita confiar única y exclusivamente en la obra salvadora de Jesús para que Él nos otorgue Su santidad, después que Él llevó a la cruz nuestra pecaminosidad. Cuando eso ha ocurrido, eso se traduce en una vida de piedad que va a lucir como la vida de un ciudadano del reino de los cielos y no como ciudadano del reino de los hombres. 

2. Dominio propio

Obviamente esta pareja no tenía dominio propio; ni Félix que vivió a expensas de los deseos de la carne, ni Drusila que usó su belleza para conseguir dinero, prestigio y poder.

El dominio propio no es fuerza de voluntad ya que la fuerza de voluntad consiste en la habilidad del ser humano para conseguir lo que desea. El problema es que el hombre caído es dominado por sus deseos pecaminosos y por ende se le imposibilita mantener una vida moralmente consistente. Entonces, lo que el dominio propio si es, es parte de fruto del Espíritu; es la habilidad dada por medio de la llenura del Espíritu a los hijos de Dios para llevar a cabo Su voluntad que es consistente con Su carácter. 

Dada la vida de desenfreno que Félix había llevado, Pablo decidió disertar acerca de algo que ni el ni Drusila tenían—Pablo se jugó su vida.

3. El juicio venidero 

Si Pablo le habló a Félix de este día, lo hizo con la intención de que entendiera que él quizás podía salirse con la suya ahora, pero que no debía ignorar que había una corte celestial donde todas las cosas serán juzgadas (2 Corintios 5:10; 1 Corintios 4:5). En ese juicio final, no solo se juzgarán las acciones de los hombres, sino también las intenciones del corazón. Por eso, Pablo le dice que no juzgue antes de tiempo y que le deje el juicio a nuestro Dios.

Por otro lado, Mateo 7:22-23 dice, “Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?”Y entonces les declararé: “Jamás os conocí; apartaos de mi, los que practicáis la iniquidad.”” Estas verdades, bien entendidas, son capaces de hacer temblar a cualquiera. Entonces, ese día, Pablo quiso que el gobernador escuchara acerca de ese día cuando toda su vida sería revisada y esto fue lo que ocurrió cuando Félix escuchó acerca de estas verdades: “Félix, atemorizado dijo: Vete por ahora, pero cuando tenga tiempo te mandaré llamar.” Félix se llenó de miedo; se sintió aterrorizado, pero aún sintiéndose así, no fue capaz de arrepentirse y de abandonar su estilo de vida. El gobernador no quiso pagar el precio a pesar de su temor. 

En su comentario sobre el libro de los Hechos, Kent Hughes menciona dos posibles realidades ante la predicación del Evangelio haciendo referencia al temor experimentado por Félix:

a) Aquellos que nunca tiemblan.

b) Aquellos que tiemblan pero ignoran el temblor.

Mucha gente escucha la verdad y saben que no la han abrazado o que no viven conforme a ella pero no temen ni tiemblan ante Su Palabra. Estas personas viven en negación, distraídos por las cosas de este mundo pasajero. No tiemblan porque nunca han considerado lo intimidante que es presentarte con un corazón corrompido por el pecado ante un juez que es perfectamente justo (Job 15:15).

Otros desafían a Dios en su rebelión como Félix, quien se llenó de pavor pero, en vez de responder a la verdad escuchada, mandó a callar a Pablo y le dijo, “cuando tenga tiempo te mandaré llamar.”La NTV lo dice de esta manera: “Cuando sea más conveniente, volveré a llamarte.” Félix tembló, pero ignoró el temblor.

El texto dice que Félix mandaba a buscar a Pablo para escucharlo con cierta frecuencia y conversar con él pero que al mismo tiempo tenía la esperanza de que Pablo le diera dinero para que lo sacara de la cárcel ya que le interesaba más el dinero que su salvación (Hechos 24:26). Ciertamente no hay nada nuevo debajo del sol; esta era una costumbre muy común en aquellos tiempos. Pero, Félix no conocía el corazón de Pablo quien tenía más interés en la salvación del gobernador Félix que él mismo.