“Pues Su divino poder nos ha concedido todo cuanto concierne a la vida y a la piedad, mediante el verdadero conocimiento de Aquel que nos llamó por Su gloria y excelencia. Por ellas Él nos ha concedido Sus preciosas y maravillosas promesas, a fin de que ustedes lleguen a ser partícipes de la naturaleza divina.” 2 Pedro 1:3-4 (NBLA)
En todo momento necesitamos traer a nuestras memorias las promesas que Dios tiene para nosotras en Su Palabra, y no solo recordarlas, sino también confiar en cada una de ellas. Cada promesa en la Biblia fue creada por nuestro Dios para nosotras. Él las hizo, Él las elaboró detalladamente, con nosotras en mente y están a nuestra disposición. ¿No es esto grandioso?
“Pues yo sé los planes que tengo para ustedes—dice el Señor—.
Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza.” Jeremías 29:11 (NBLA)
Sí, esto es una maravilla, porque son promesas grandes e increíbles y lo mejor de todo eso es que podemos confiar en que cada una de ellas es real, Dios puede cumplirlas en nuestras vidas por Su gran poder, amor, bondad y misericordia.
“Por nada romperé mi pacto; no retiraré ni una sola palabra que he dicho.” Salmo 89:34 (NBLA)
¿Sabías que Sus promesas nos bendicen? Nos ayudan en nuestro caminar con Cristo. Nos dan vida, nos dan fuerzas para seguir, nos sanan, nos levantan y dan ánimo. Nos aligeran las cargas. Nos dan refugio y CONFIANZA.
Él nos ha prometido también nuevos corazones, paz, limpieza y perdón de pecados, libertad, salvación, vida eterna, Su Espíritu Santo, y Sus frutos. También Él suplirá nuestras necesidades, nos promete sanidad y sabiduría.
Entandamos esto, Dios nos demuestra Su amor por medio de Sus promesas. Si entendemos ese amor de Dios, entonces vamos a confiar en cada promesa puesta en Su Palabra. Por nuestra fe en Jesucristo nos hacemos partícipes de Sus promesas. Dios nunca nos la quitará ni las cambiará. Él cumple lo que promete. Además, nunca falla.
“Pues tantas como sean las promesas de Dios, en Él todas son sí. Por eso también por medio de Él, es nuestro Amén, para la gloria de Dios por medio de nosotros.” 2 Corintios 1:20 (NBLA)
Hermanas, han pensado en esto: Dios nos es como nosotras. El ser humano no cumple sus promesas. Muchas de nosotras ni siquiera prometemos nada porque sabemos que no vamos a cumplir.
“Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre, para que se arrepienta.
¿Lo ha dicho Él, y no lo hará? ¿Ha hablado, y no lo cumplirá?” Números 23:19 (NBLA)
Ciertamente estamos rodeadas de promesas incumplidas. A nuestro alrededor, las personas se toman a la ligera las promesas, pues carecen de la real importancia, de su esencia para la cual son creadas.
Que doloroso es ver que hay personas que se esfuerzan por hacer promesas y cumplirlas, pero se quedan solo con la intención y no les dan valor a sus palabras. Son muchas las personas que se han quedado esperando el cumplimiento de alguna promesa, pero no la reciben nunca.
¡Hoy damos la gloria a Dios por que en Él sí conocemos lo que es recibir lo prometido! ¡Dios es grande precisamente porque no es como nosotros y eso lo hace merecedor de mi confianza a través de Cristo, Su más grande promesa cumplida!
Como hijas de Dios esperemos con firmeza y confianza el cumplimiento de Sus promesas. Recordemos, Dios es fiel a ellas. Estemos seguras de que Él las cumplirá.
“Mantengamos firme la profesión de nuestra esperanza sin vacilar, porque fiel es Aquel que prometió.” Hebreos 10:23 (NBLA)
Hoy te invito a reflexionar en estas preguntas:
¿Sabías que Dios tiene promesas en Su Palabra?
¿Has olvidado las promesas de Dios para ti?
¿Oras por el cumplimiento de alguna promesa?
¿En tus momentos de dificultad, recuerdas las promesas o están en el olvido?
¿Agradeces a Dios por ellas?