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¿Cómo podemos ayudar a un homosexual?

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Este es el cuarto artículo tratando el tema de la homosexualidad.

En este momento queremos analizar la posibilidad de cambio de una vida homosexual a una vida que pueda corresponderse al diseño de Dios. Verdaderamente, dejar atrás una vida de pecado (y específicamente de pecado homosexual), conlleva realizar grandes transformaciones y, sobre todo, lograr cambiar la forma de pensar, de ver y reaccionar ante la vida conforme a lo que Dios ha revelado.

En este proceso de vuelta creo que hay varios obstáculos por vencer. El primero es hacer que el homosexual entienda que está funcionando de una forma contra natura, porque, como mencionamos en el segundo post, una simple mirada a sus genitales es suficiente para ver cómo él o ella vino equipado para funcionar dentro del mundo heterosexual. Lo segundo que creo importante es ayudarle a entender que ellos no están desahuciados; que hay esperanza. Sobre todo para aquellos que quieren pasar de donde están a los caminos de Dios. Notemos lo que Pablo nos dice en esta carta a los corintos:

“¿O no sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No os dejéis engañar: ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos de vosotros; pero fuisteis lavados, pero fuisteis santificados, pero fuisteis justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios”, 1 Corintios 6:9-11, (énfasis agregado).

En la ciudad de Corinto, algunos habían salido del estilo de vida homosexual después de haberse encontrado con Cristo, como leímos más arriba. El homosexual, tanto el que está en silencio como aquel que públicamente se confiesa atraído a su mismo sexo, está atrapado dentro de prisiones de ira, culpa, depresión, traumas no resueltos y pasiones sexuales descontroladas. Independientemente de que el homosexual admita o no estas prisiones, una de las mejores cosas que podemos hacer es escucharlos por un buen tiempo. Si haces esto, notarás que en su conversación salen, de una forma u otra, sus ansiedades, sus temores, su ira, su sentido de culpa y su sentido de tristeza. Pero como hay dentro de ellos mucha rebelión, hay una tendencia a negar estos sentimientos y decir de la boca hacia fuera “no me importa”, aunque en su interior la realidad sea otra.

Nuestro papel es escuchar, sin ser jueces, pero tampoco aprobando sus estilos de vidas. Esto requiere de una sensibilidad especial; de querer ayudar a la otra persona para su propio beneficio, y no querer “reparar” a la otra persona, algo que solo Dios puede hacer en ellos. Necesitamos recordar que de no ser por la gracia de Dios, cualquiera de nosotros pudiera estar en la misma condición de pecado. Cuando llegamos a entender que tenemos más en común con el homosexual que con la divinidad y santidad absoluta de Dios, y que a pesar de eso Él nos ha amado, no es posible negarnos a entender y a tratar de alcanzar a alguien que puede tener sanación en Cristo.

Contrario a lo que la gente cree, muchos homosexuales están dispuestos a escuchar acerca de Dios y su verdad. Cierto que algunos saldrán corriendo, pero otros no; sobre todo aquellos que quieren cambiar. En sentido general, hay dos tipos de personas que vienen a consejería, y esto es válido para todas las consejerías. Una es la persona que quiere encontrar qué es realmente lo que anda mal en su vida y quiere cambiar. Y la otra persona es la que quiere ser afirmada en sus patrones de comportamientos. Esta última tiende a no cambiar; no importa si es homosexual o heterosexual.

La vida homosexual es difícil, y no sólo porque la mayoría es homosexual, sino porque, como ya mencionamos, se vive contra natura, como un zurdo forzado a usar la mano derecha. Además, estas personas tienen luchas profundas porque en su inmensa mayoría han sido profundamente marcados y emocionalmente no están capacitados para afrontar los problemas de la sociedad, por lo que se lanzan detrás de una vida de placer para adormecer su conciencia. ¡Por esto debemos asistirlos!

Una de las cosas que debemos hacer al aconsejar a estas personas es ayudarles a entender de dónde vienen sus deseos homosexuales, que en muchos casos están relacionados a la ausencia de una correcta figura masculina. Michael R. Saia es un ministro y consejero por más de 15 años, autor del libro “aconsejando al homosexual”, y con un fuerte llamado a la consejería para personas que vienen de un trasfondo de homosexualidad. Él nos reporta que las frases como “nunca conocí a mi padre”, “mi padre nunca estaba cerca”, “nuestro padre nunca nos hablaba a menos que no estuviera airado” o “mi papá era tan agresivo que me asustaba hablar con el”, son comunes a la mayoría de los casos que él ha tratado. Por esta razón, ellos necesitan ver cómo lo que ellos andan buscando en estas relaciones homosexuales es poder relacionarse con la figura masculina que siempre desearon tener como padre. Pero otro hombre no llenará ese tanque. Y en una relación íntima con Dios tú puedes encontrar en el Padre celestial lo que el Padre terrenal nunca te dio. Ya no puedes cambiar el pasado. Pero Dios puede cambiar el efecto que el pasado tiene sobre ti.

Debido a lo extenso de este tema, continuaremos revisando en un próximo artículo los patrones familiares típicos de estas relaciones como una forma de conocer mejor cómo podemos ayudar a estas personas a salir de algo que para ellos es simplemente un estilo de vida diferente, pero que para Dios constituye una práctica altamente pecaminosa.

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