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¿Cómo es una persona controladora?

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“En cuanto a Dios, perfecto es su camino, Y acrisolada la palabra de Jehová; Escudo es a todos los  que  en él esperan” (Salmo 18:30).

Una persona controladora es aquella que suele intentar tomar las riendas de cualquier persona o situación. En muchos casos la persona controladora lo suele hacer por ansiedad, ya que le preocupa que, si no puede mantener ese control, las cosas podrían salir mal a él/ella. Algunos adoptan este control para dominar y someter a sus víctimas – ya esto se convierte en abuso emocional.

Todos nosotros, y en especial las mujeres en algún momento u otro, intentamos controlar lo que sucede a nuestro alrededor.  En la mayoría de los casos, la controladora acaba arruinando sus relaciones. El deseo de controlar es sinónimo de inseguridad personal.

Precisamente, leyendo un libro noté que en la Biblia hay por lo menos siete mujeres controladoras: (¡No seas mujer controladora! De Shanon Popkin)

   -Eva -Sara  -Agar  -Rebeca   -Lea   -Raquel  y  -Miriam.

Vamos a reflexionar esta vez sobre la actitud controladora de Rebeca.  El nombre “Rebeca”, origen hebreo que significa: “mujer cautivante”.   Era la esposa de Isaac, hija de Betuel. Nieta de Nacor, el hermano de Abraham. Hermana de Labán. (Génesis 22:23; 24:15,29;25:20).  “Era de aspecto hermoso”

Rebeca acudía a buscar agua a una fuente cercana a la ciudad de Nacor (Harán) en Mesopotamia.  El siervo enviado por Abraham en busca de una esposa para su hijo Isaac pidió a Rebeca que le permitiera beber de su vasija.  La joven le dio agua, abrevando, además sus camellos (Génesis 24:17- 20). El siervo de Abraham se dio cuenta así de que Dios le había dado la señal que había pedido: la joven era bella y generosa. El siervo expresa su reconocimiento a Dios con acción de gracias (Génesis 24:11- 15 y del 21- 27).  De inmediato le hizo magníficos presentes, preguntándole su nombre y si su padre lo albergaría.  Labán, hermano de Rebeca, ofreció hospitalidad al siervo de Abraham, que expuso a Betuel el objeto de su viaje a Mesopotamia. A continuación, pidió la mano de Rebeca para Isaac. Betuel y Labán aceptaron. Rebeca, acompañada de su nodriza, partió con el siervo y sus acompañantes. Y se casó con su primo Isaac.

Pasaron veinte años después de su matrimonio y Rebeca no concebía porque era estéril.  Entonces, “ Isaac oró al Señor en favor de su mujer, porque ella era estéril; y el Señor lo escuchó, y Rebeca su mujer concibió” (Génesis 25:21). 

Rebeca concibió gemelos, y sentía que en su vientre había una lucha campal, así que se dijo a sí misma: «Si esto es así, ¿para qué vivo yo?». Y fue a consultar al Señor. Y el Señor le dijo:

«Dos naciones hay en tu seno, Y dos pueblos se dividirán desde tus entrañas; Un pueblo será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor” (Génesis 25:22-23).

Al nacer los gemelos e ir creciendo, estos padres cometieron el error de escoger “un hijo favorito”; Esaú era el favorito de Isaac, porque a él le gustaba su caza, era el hijo de espíritu libre.  Rebeca prefería a Jacob, era el hijo tranquilo y sosegado que se ocupa de los asuntos de la casa, estaba siempre con ella, además, Rebeca sabía de su preeminencia futura.

Los padres deben guardarse de mostrar favoritismo y parcialidad entre sus hijos.  Este error de Isaac y Rebeca creó una división terrible en su familia que trajo como resultado años de separación y resentimientos. (Proverbios 22:6; Efesios 6:4).

Esaú no le daba importancia a la tradición de la progenitura, así que un buen día se la vendió a su hermano Jacob por un guisado de lentejas. (Génesis 25:31-34).  

Por lo que leemos en la Escritura, entendemos que Jacob le contó a su madre sobre el trato que había hecho con su hermano, de modo que, como controladora al fin, estaba atenta a las conversaciones entre Esaú y su padre. 

Así que un buen día, pasado un buen tiempo, Rebeca escuchó a Isaac decir a su hijo Esaú que fuera de caza y que le hiciera de comer, y después le daría la bendición.  Pensamos que Isaac también pecó contra Dios, porque él sabía que Dios había escogido a Jacob.  Rebeca pecó al intentar manipular tanto a su esposo como a su hijo, para ayudar a cumplir la voluntad de Dios antes del tiempo establecido. ¿No hubiese sido más fácil conversar con su esposo y recordarle la profecía que habían recibido de Dios?  Pero no.  De inmediato tomó la decisión de hacer algo para ayudar a Dios.  

Ella habla con Jacob y le cuenta todo sobre la conversación que oyó entre Isaac y Esaú (Génesis 27:6-7); y pensando que Jacob saldría perdiendo y que le pasarían por encima, y en su vida no se cumpliría la voluntad de Dios, desarrolla un plan humano para lograr la voluntad de Dios; arma el engaño y Jacob suplanta a su hermano Esaú (Génesis 27:8-17).

Notemos que:

  1. Ella ideó el plan; y lo justificó a pesar del mal, el engaño y la posible maldición. 
  2. Se convenció a sí misma de que la causa era justa.
  3. Preparó el guisado solicitado.
  4. Manejó el problema de los vestidos.
  5. Manejo el problema de la piel suave de Jacob.
  6. Envió a Jacob donde Isaac; lo convenció completamente de que tenían que hacer cumplir la voluntad de Dios.

¡¡Vaya!!  Rebeca, como toda controladora, no dejó que Dios moviera el curso de la historia, empujó a su hijo favorito a obtener la bendición a través de engaños. Esto le costó no volver a ver jamás a su hijo mimado.  ¡Qué tristeza!

Los planes y métodos que escojamos para llevar a cabo nuestro obrar en la tierra deben ser de Dios, no de nosotras.  Debemos basarnos en los principios bíblicos, probados y demostrados.  Los planes humanos siempre resultarán falsos.  Si intentamos cumplir en nuestra propia fuerza las promesas de Dios, los resultados serán engañosos, condenados al fracaso y con la consiguiente ruptura de relaciones, como sucedió con la familia de Isaac y Rebeca. “Muchos pensamientos hay en el corazón del hombre; Mas el consejo de Jehová permanecerá” (Proverbios 19:21).

Lo más saludable para nuestra vida es esperar el tiempo de Dios.
¡Él es fiel a pesar de nosotras!

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Marisol para su familia y amigos, es miembro de la IBI hace más de 17 años. Graduada del Instituto Integridad y Sabiduría y actualmente terminando la especialidad en Consejería Bíblica. Ha servido como maestra de Escuela Dominical en la IBI y actualmente escribe para los ministerios MPLGDG y Lifeway Mujeres. Sirvo en los grupos pequeños del Ministerio de mujeres Ezer.