Este domingo, el pastor Luis Méndez predicó el sermón Aprendiendo de la Tentación de Jesús, basado en Mateo 4:1-11.
Unas de las verdades más consoladoras para el creyente es que Jesús puede auxiliar a aquellos que somos tentados. Él fue tentado (Hebreos 2:18) y se complace en proveer misericordia y gracia para ayudar a aquellos que están en necesidad. Estudiar la tentación de Jesús puede ayudarnos en que nos recuerda que Jesús nos entiende en nuestras tentaciones y nos ayuda a entender cómo podemos vencerlas.
Consideremos los detalles de Mateo 4:1-11 con tres puntos relacionados con el evento de la tentación.
La tentación inicia en Mateo 4:1-2; después de haberse identificado con los pecadores en Su bautizo, Jesús se identifica con ellos nuevamente al ser severamente tentado. Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto justamente para ser tentado. Él no necesitaba ser tentado para crecer, pero soportó la tentación para poderse identificar con nosotros (Hebreos 2:18; 4:15) y para demostrar Su carácter santo sin pecado. El Espíritu Santo NO puede tentarnos, pero puede llevarnos a un lugar en donde seremos tentados (Santiago 1:13); el diablo es el gran tentador. La tentación de Jesús fue una directa intervención del enemigo y por tanto fue más severa. Él soportó niveles de tentación que nosotros nunca tendremos por experiencia. Mateo menciona primero al desierto y después menciona la condición física severa de Jesús después de un ayuno de cuarenta días y cuarenta noches. Este es un periodo familiar de pruebas en la Biblia tanto en los días de Moisés y para Israel en el desierto: Jesús tendrá éxito en donde Israel como nación falló.
En Mateo 4:3-10 se registran tres En la primera tentación (Mateo 4:3-4), Satanás apela a los deseos de la carne. Satanás le dijo: ya que eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. Esta era una tentación para que Dios usara Sus dones con propósitos personales y egoístas. La tentación no sólo estaba dirigida a ceder ante el hambre y romper el ayuno, sino que ponía en duda Su identidad como “hijo de Dios”. La idea era provocar a Jesús a considerar que Él tiene el poder y el derecho de satisfacer Sus propias necesidades. Es una invitación a que se guíe por sus deseos y no por sus convicciones. Pero Jesús responde con la Escritura, citando Deuteronomio 8:3, demostrando que toda palabra que sale de la boca de Dios debería ser más preciosa para nosotros que la misma comida y los deseos de la carne. Jesús declara que la vida es más que necesidades físicas y que la satisfacción de estas no es más importante que la obediencia a Dios.
Con la segunda tentación, Satanás apela a los orgullos de la vida. Llevó a Jesús a la Ciudad Santa y se puso sobre el pináculo del templo el cual es considerado como un lugar especialmente alto y le dijo “si eres Hijo de Dios, lánzate abajo, pues escrito está: ‘A sus ángeles te encomendara’” Satanás está tentado a Jesús a “forzar” al Padre a un evento supernatural y está retando la identidad de Jesús. Satanás apela al deseo dentro de cada hombre a sentir la aprobación de Dios y a tener esa aprobación demostrada públicamente. Satanás incluso le cita el Salmo 91:11-12. El problema fue que lo sacó fuera del contexto. Jesús conocía muy bien la Palabra y pudo discernir que estaba siendo mal aplicada entonces también responde con la Escritura citando Deuteronomio 6:16: “No tentaréis al SEÑOR vuestro Dios.”
Finalmente, vemos la tercera tentación en Mateo 4:5-7 donde Satanás apela a los deseos de los ojos. Satanás llevó a Jesús al pináculo de la montaña y mostrándole los reinos del mundo y su gloria. Esencialmente, esta visión invitaba a Jesús a tomar un atajo a la cruz. Jesús vino a ganar todos los reinos del mundo y la gloria que estaban en dominio de Satanás, y Satanás se los ofrece a Jesús si se postra ante él. Esto es una revelación del corazón de Satanás; alabanza y reconocimiento son mucho más preciosos que la posesión de los reinos del mundo y gloria (Isaías 14:13-14). De nuevo, Jesús responde con la Escritura citando Deuteronomio 6:13. Jesús No cede a la oferta de tomar control de las naciones por la vía fácil (Apocalipsis 2:26-27; 3:21).
En Mateo 4:11 vemos e final de la tentación: El diablo le dejó y Jesús ganó por que reconoció la manera en que Satanás ataca: mentiras y engaños. En ese momento, los ángeles vinieron y le servían a Jesús. La ayuda llegó en el tiempo de Dios y en la manera de Dios. El tiempo de espera en Dios siempre será un punto crítico de vencer o ser vencidos en la tentación ya que el fracaso usualmente viene cuando nos adelantamos al tiempo de Dios
Hay cinco observaciones específicas de aplicación:
- Tenemos el mismo adversario que tuvo Jesús; también somos tentados por Satanás (1 Pedro 5:8-9). El enemigo tiene su enfoque en los discípulos de Cristo (Apocalipsis 12:17); no debemos tratar esto con ligereza, porque el conflicto es REAL (Efesios 6:12).
- Tenemos las mismas tentaciones: el deseo de la carne, los ojos, y la vida (1 Juan 2:15-16).
- Tenemos las mismas herramientas para vencer. Jesús se acogió a la Palabra de Dios, también debemos hacerlo nosotros (Efesios 6:17).
- Jesús tuvo fe en el plan de Dios (Victoria en el sufrimiento); nosotros también tenemos el escudo de la fe (Efesios 6:16).
- Jesús oro con fe; así también debemos hacer nosotros para vencer la tentación (Mateo 26:40-41).
Unas de las verdades más consoladoras para el creyente, es que Jesús puede auxiliar a aquellos que somos tentados. Él fue tentado y se complace en proveer misericordia y gracia para ayudar a aquellos que están en necesidad. Estudiar la tentación de Jesús puede ayudarnos recordándonos que Jesús nos entiende en nuestras tentaciones y ayudándonos a entender cómo podemos vencer las tentaciones.