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Agradeciendo a Dios por Su bondad

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“En el glorioso esplendor de Tu majestad, Y en Tus obras maravillosas meditaré.
Los hombres hablarán del poder de Tus hechos portentosos, Y yo contaré Tu grandeza.
Ellos proclamarán con entusiasmo la memoria de Tu mucha bondad,
Y cantarán con gozo de Tu justicia.”
(Salmo 145:5-7)

El salmo 145 es un grandioso himno triunfal, redactado en acróstico, donde cada versículo comienza con una letra distinta del alfabeto hebreo, excepto la letra nun que según opinión de un antiguo rabino fue omitida expresamente ya que habría indicado mala suerte. 

Dejando atrás toda esta tradición de supersticiones; tal como el salmista, nosotras que hemos sido hecha sus hijas, por los méritos de nuestro amado SEÑOR Jesucristo, no debemos de dejar pasar ni un solo día, por muchas que sean nuestras ocupaciones, y aun en medio de las aflicciones que enfrentemos en ciertos momentos, sin alabar la bondad de Dios.  El Padre celestial nos bendice cada día, por lo tanto, cada día hay un motivo para alabarle; y tal como el salmista proclama, debemos procurar que la generación que nos sigue aprenda a alabar a Dios por el glorioso esplendor de Su majestad, y por las maravillosas cosas con la que deleita nuestros ojos y todos nuestros sentidos al contemplar la naturaleza que nos rodea que es obra de Sus manos. 

Los hechos del SEÑOR son estupendos y Su bondad sin límites e inmensa conforme a Su carácter: “Entonces pasó el Señor por delante de él y proclamó: «El Señor, el Señor, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y abundante en misericordia y verdad;” (Éxodo 34:6).Entendemos que Dios tiene sus escogidos, pero Su amor benéfico se extiende a todo lo que Él ha creado.  En verdad, Su bondad es su gloria.

«Y el Señor respondió: «Yo haré pasar toda Mi bondad delante de ti, y proclamaré el nombre del Señor delante de ti. Tendré misericordia del que tendré misericordia, y tendré compasión de quien tendré compasión»» (Éxodo 33:19)

Por esta y por muchísimas razones debemos de estar agradecidas de la bondad de nuestro amado Dios y Rey. Tal como el salmista deberíamos tomarnos un tiempo cada día para meditar en toda la hermosura de la gloria de Su majestad, manifestadas en sus maravillosas obras al darnos tan gran liberación del pecado y la maldad.

Si hiciéramos eso estoy segura de que muchas otras personas también comenzarían a buscar y a declarar con agradecimiento la bondad de nuestro SEÑOR. Cuan maravilloso seria que en todo lugar escucháramos a la gente proclamar con entusiasmo la grandeza de la misericordia, la bondad y la justicia de nuestro Dios.

Cada una de nosotras podemos clamar a la bondad de Dios en cualquier momento, ya sea por nosotras mismas y por nuestra familia y relacionados.  Meditar en Sus hechos poderosos diciendo: Por Tu bondad he sido liberada, guardada de tropiezos, de malas decisiones; por Tu bondad he sido provista en tal cual necesidad. 

Cuan agradecida estoy, Oh SEÑOR, porque he sido saciada e incluso he tenido deleites, gracias a Tu bondad.  ¿Y cuantas veces no hemos proclamado en angustia?  “Hubiera yo desmayado, si no hubiera creído que había de ver la bondad del SEÑOR En la tierra de los vivientes.” (Salmo 27:13)

Es menester, en todo tiempo, meditar trayendo a nuestra memoria la inmensa bondad de Dios.

Mi oración es que, en este año que recién comienza, el SEÑOR nos de la capacidad de ser constantes en la meditación de Sus hechos portentosos, trayendo a nuestra memoria toda esa increíble bondad con la cual hemos sido bendecidas y ser agradecidas.