Aileen: Reciban un caluroso saludo desde MPLGDD. Somos Aileen Pagan de Salcedo, Cathy Scheraldi de Núñez y
Mayra Beltrán de Ortiz. Hoy queremos comenzar una nueva serie sobre un pecado que está en nosotros y nos resistimos a reconocer: “La codicia que se oculta en el corazón”.
Mayra: ¡Gracias por compartir con nosotras! Nunca subestimemos lo que un simple mensaje puede hacer para animar a otros. Y esta es una de las razones por la que precisamente hacemos estos podcasts. Queremos animarles a crecer y madurar en la fe. ¡¡¡Mientras, Dios está haciendo lo mismo con nosotras 3!!!
Cathy: ¡¡Nunca piensen que las personas en posiciones de liderazgo no enfrentamos luchas, todas luchamos!! ¡¡Esta es la razón por la que les pedimos todas las semanas orar por nosotras!!
Y para el final de este programa tenemos por objetivo poder responder esta pregunta: ¿Permanezco tranquila cuando otras personas reciben lo que yo anhelo? Y antes de comenzar, oremos para que Su palabra penetre a lo profundo de nuestras mentes y corazones para formarnos a Su imagen. Oremos
Aileen: ¡Quiero comenzar comentándoles, que en los mas de 10 años siendo consejera en la IBI, nunca he visto a nadie venir en busca de ayuda para lidiar con su codicia!
Mayra y Cathy: ¡Yo tampoco!
Aileen: Sin embargo, en el proceso de consejería ¿han visto en alguno de sus aconsejados que el problema sea producido por la codicia?
Mayra y Cathy: ¡¡Claro!!
Aileen: Entonces ¿por qué creen que es tan difícil reconocer este pecado? Creo que debemos comenzar a hablar sobre qué es la codicia. Y debemos iniciar por establecer que la codicia suele ser un deseo desmedido de bienes materiales que puede alejar a las personas de Dios. Entonces ¿Creen que es pecado tener deseos?
Mayra: ¡Claro que no! Porque dado que fuimos creados a la imagen de Dios también podemos albergar deseos piadosos.
Ahora bien, la razón por la que no solemos reconocer la codicia es por lo que nos advierte Jeremías 17:9:“Más engañoso que todo, es el corazón, y sin remedio; ¿quién lo comprenderá?”
¿Notan que dice que el corazón es engañoso en todo, y sin remedio? ¡Dado el efecto del pecado en nuestra carne, somos incapaces de reconocer la verdad de la mentira! ¡Es como si tuviéramos un trastorno mental!
Cathy: ¡Y lo grande es que sí podemos ver claramente el pecado del otro y hasta condenarlo! Leamos Mateo 7:5 “¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad para sacar la mota del ojo de tu hermano.”
Esto enfatiza la última sección del versículo de Jeremías 17:9 “¿quién lo comprenderá?” ¡¡¡Además de engañoso, no es exagerado establecer que nuestro corazón es ciego e hipócrita!!! ¡Oaw!
Mayra: Vamos ahora a definir qué es codiciar. Según el diccionario de la Rae “codiciar” significa desear con ansia riquezas u otras cosas. Y me pregunto ¿es esto un pecado?
Aileen: Y aunque en la mayoría de las ocasiones SI lo es, no necesariamente es así siempre. Y para sustentar esto prefiero leer un versículo que lo ejemplifica. Escuchemos Salmo 119:40 “He aquí, anhelo tus preceptos; vivifícame por tu justicia.
Mayra: Obviamente el objeto codiciado es agradable al Señor. Igual que el versículo 174 en este mismo Salmo “Anhelo tu salvación, SEÑOR, y tu ley es mi deleite.” Y según la definición de lo que es codicia ¿Crees que lo que el salmista anhela cae dentro de lo que es codicia?
Aileen: ¡¡Si, pero en este Salmo el objeto anhelado es el Dios verdadero!!
Mayra: Entonces Cathy ¿el problema radica en cual es el objeto que mi corazón codicia? ¿cierto?
Cathy: Definitivamente y lo que viene a mi mente como ejemplo son los fanáticos religiosos que llegan a caer en el terrorismo. Personas que creen que matar al infiel a su religión es algo que agrada a Dios.
Es decir que estamos viendo 2 principios aquí. El primero es cuando tenemos deseo desmedido por cosas inapropiadas.
¡De hecho, el tema de la codicia lo tratados en la serie titulada “El espejo de la comparación”, porque la codicia es uno de los motivos que nos lleva a compararnos ¡
Aileen: Aun cuando ni nos damos cuenta, en nuestros corazones albergamos 4 ideas que alimentan nuestra codicia: 1º ¡Dios no es bueno y por eso no me ha dado lo que anhelo!
2º Dios se resiste a darnos lo que queremos o necesitamos,
3º Dios se equivocó en no darme lo que quiero y
4º tenemos un corazón no satisfecho.
Mayra: Ojo: esto puede darse hasta en personas en posiciones de autoridad y liderazgo. Por esto algunos impiden que los que están bajo su liderazgo se destaquen ¿acaso no actuaron así los fariseos?
Cathy: También existe miedo a la “competencia”. ¡Y esto es en si mismo una incoherencia porque si somos hermanas en la fe obrando para un mismo Señor, estamos trabajando en un mismo equipo y para la gloria de Dios solamente!
¡Y si analizamos bien, todas estas son manifestaciones de la codicia, un deseo desmedido por algo no piadoso!
La palabra hebrea para desear es “chamad” y se define como codiciar, gozar o deleitarse. Esta es la palabra utilizada en el Salmo 19:10 con relación a los juicios del Señor “deseables más que el oro; sí, más que mucho oro fino…”
Aileen: Obviamente este es un anhelo de acuerdo con lo que Dios quiere en nuestras vidas. Sin embargo, la misma palabra es utilizada en Deuteronomio 7:25 “Las esculturas de sus dioses quemarás a fuego; no codiciarás la plata o el oro que las recubren, ni lo tomarás para ti, no sea que por ello caigas en un lazo, porque es abominación al SEÑOR tu Dios”.
¿Entienden la diferencia? Aunque es la misma palabra, las motivaciones del corazón son diferentes.
Mayra: En el Salmo 19:10 el anhelo del corazón es para conocer y obedecer a Dios. ¡¡Mientras que en Deuteronomio 7:25 es un deseo desmedido por bienes materiales que idolatramos!!
Nuestros corazones son tan engañosos, que aun cuando deseamos las buenas cosas que Dios quiere darnos, cuando vamos tras ellas en una manera desordenada, se vuelven pecaminosas.
¡Dios conoce nuestras necesidades y Su intención es que toda buena dadiva y todo don perfecto que viene de lo alto (Sant. 1:17) nos recuerden de Su bondad y generosidad inmutable!
Cathy: …y que también Él nos proveerá según nuestras necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús (Fil 4:19).
Lo que no tenemos es porque Dios entiende que no es el momento, El tiene un propósito mayor. Y esto es justamente lo que Romanos 8:28 nos enseña “para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito.”
Aileen: ¡La cura para la codicia es simple: dejar de amar al mundo y enfocarnos más en Dios! Cristo mismo nos dijo en Mateo 6:33 “buscad primero su reino y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” ¡Aun estando en el ministerio o enseñando la Palabra de Dios, son muchos los lideres que confunden el lugar del ministerio con el lugar de Dios, priorizando la obra! ¡Cuando nuestro 1er anhelo está en glorificar a Cristo, entonces el ministerio ocupa el lugar correcto!
Mayra: Es decir que nuestra meta entonces no es anular nuestros deseos porque Dios nos creó con deseos. Sino que se trata de alinearlos con la voluntad de Dios. ¡Si fuimos creadas a Su imagen, nuestros deseos fueran dados para ser satisfechos en Él!
Nuestro Dios es un Dios celoso de Su pueblo como Éxodo 34:14 nos instruye. Un celo que es para nuestro beneficio. Porque Él sabe que no podemos encontrar satisfacción en el mundo. ¡¡El contentamiento y el gozo viene de Él!!
Cathy: ¡Si no tenemos una íntima relación con Dios, el gozo se esfumará y dejaremos de obedecerle!
Leamos Juan 14:21 “El que tiene mis mandamientos y los guarda, ese es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre; y yo lo amaré y me manifestaré a él.” Si nunca han experimentado esta manifestación de Su amor, evalúen sus vidas. Porque a donde este tu tesoro, allí es donde estará tu corazón ( Mateo 6:21)
Aileen: ¡No sé si han notado, que las Escrituras definen a Dios como celoso, más de 100 veces. ¡Sin embargo, nunca codicioso porque esta es una condición del corazón pecador!
Mayra: Si Dios nos concediera TODO lo que codiciamos, en vez de eliminar la codicia, esta crecería porque el corazón humano es impulsado por la naturaleza pecaminosa. ¡¡¡La realidad es que muy probablemente las limitaciones y anhelos no satisfechos que Dios permite en la vida de Sus hijos, son las mismas circunstancias que El usa para enseñarnos que la verdadera satisfacción viene solo de Él!!!
Porque el corazón codicioso es un corazón desenfocado de Dios y centrado en el mundo. ¡¡¡Por ende incapaz de sentirse satisfecho!!!
Cathy: Cuando codiciamos lo que el otro tiene, estamos comparándonos con otros a partir de un sentido de superioridad porque me percibo como más merecedor que el otro. Violentando así el segundo mandamiento más grande que Dios nos ha dado: Amaras a tu prójimo como a ti mismo.
O sea que mi pecado de codicia me lleva a otros pecados. ¡¡¡Ouch!!! ¡¡¡Es también pecado de ingratitud y rebeldía contra Dios!!!
Aileen: En vez de encontrar gozo y paz, nos sentimos insatisfechas, resentidas, celosas etc. ¡En vez de gozarnos por el bienestar de nuestro prójimo, estamos al acecho de que fallen!
En vez de vivir una vida abundante en Cristo, terminando, siendo esclavizadas por nuestros pecados. ¿Quién nos conoce mejor que nuestro creador? ¿Quién conoce mejor el plan de Dios, que Él mismo?
Mayra: Por eso Pablo nos enseña en Efes. 2:10 “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas.”
¡Para disfrutar de las buenas obras que Dios quiere que disfrutemos, necesitamos caminar de la mano con El!
Cathy: Y terminamos hoy recordándonos que debemos evaluar nuestros corazones, y preguntarnos si ¿el objeto de mi deseo es incorrecto? ¿Si quiero algo que Dios no quiere para mí? Rindamos nuestra voluntad ante El, nuestros brazos son demasiado cortos para boxear con Dios.
Aileen: ¡Hay mucho material sobre el cual debemos evaluar nuestros corazones esta semana! ¡No dejen de responder las preguntas que posteamos!
Mayra: Nos vemos la próxima semana cuando estudiaremos más sobre cómo la codicia fue manifiesta en algunos personajes bíblicos
Nos vemos la próxima semana ¡Hasta la próxima…Bendiciones!