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No ignores las señales de advertencia de Dios

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Si alguna vez has tenido la oportunidad de viajar en avión, es probable que en algún momento hayas mirado por las ventanas del aeropuerto para ver los aviones despegar y aterrizar mientras esperabas para abordar tu vuelo. Y si eres de los que presta atención a los detalles, quizás hayas notado que algunos de los aviones en la pista tenían etiquetas rojas colgando con la frase «Remove before flight» (Retirar antes del vuelo) escrita en letras blancas. Es posible que también hayas visto réplicas de estas etiquetas siendo utilizadas como llaveros, etiquetas de equipaje o eslóganes en camisetas. Probablemente muchos han visto esta frase, pero ¿cuántos realmente conocen su propósito?

Estas etiquetas son una señal de seguridad integral para el mantenimiento de la aeronave y se colocan en partes importantes de los aviones que tienen protectores que deben ser removidos antes de que la aeronave despegue. Una de esas partes es el sistema de tubos de Pitot, una herramienta de vuelo que usualmente se encuentra en el fuselaje o debajo de las alas del avión y que sirve para medir la velocidad aerodinámica. 

El tubo de Pitot, a pesar de ser una pieza muy pequeña en comparación con el resto del avión, tiene una importancia trascendental para el correcto desempeño de la aeronave.  El aire que entra por el pequeño orificio del tubo de Pitot brinda al piloto información valiosa y crucial sobre el estado del avión y las condiciones del viento a su alrededor (velocidad, temperatura, presión). 

Como cualquier otro tubo, los tubos de Pitot pueden obstruirse o taparse con algún cuerpo extraño, impidiendo su correcto funcionamiento. De ahí que, «la falta de mantenimiento adecuado de los tubos de Pitot siempre tendrá consecuencias negativas como retrasos en los vuelos, aterrizajes de emergencia o, en el peor de los casos, fallas catastróficas de las aeronaves»,afirma la Academia Nacional de Aviación en Concord, Massachusetts. Por lo tanto, «el personal de tierra y los mecánicos de aeronaves siempre deben tener en cuenta el estado de los tubos Pitot de una aeronave durante los preparativos previos al vuelo».

Lamentablemente, son varios los accidentes aéreos que han ocurrido precisamente por fallas o desperfectos en los tubos de Pitot. De hecho, hay una catástrofe que nos toca muy de cerca porque en febrero de 1996, un avión Boeing 757 que despegó del aeropuerto de Puerto Plata en República Dominicana se estrelló al poco tiempo de despegar debido a que unas avispas entraron por el pequeño orificio de uno de los tubos de Pitot y eso hizo que el sistema comenzara a enviar información incorrecta al piloto sobre la velocidad y la altura del avión. Tristemente, 189 personas murieron en ese accidente aéreo. Asimismo, hace unos años un avión que viajaba de Gran Bretaña a Irlanda realizó un aterrizaje de emergencia debido a la presencia de una abeja en un mecanismo de la aeronave.

El sistema de tubos de Pitot es una excelente ilustración de la importancia y las consecuencias del pecado en nuestra vida. 

Al principio, el pecado puede lucir tan inofensivo como una avispa que quisiera picar el fuselaje de un avión. Pero cuando esa avispa logra entrar por el orificio de un tubo de Pitot, las consecuencias pueden ser desastrosas. De esa misma forma trabaja el pecado en nuestros corazones. El pecado normalmente no se «ve» abominable desde el principio, pero si permitimos que entre y anide allí, las consecuencias serán igualmente catastróficas. En su artículo «Las 10 leyes del pecado», el pastor Miguel Núñez nos advierte: «El pecado te llevará más allá de dónde pensabas llegar. Decimos “es que solo pienso llegar hasta aquí”, o, “créeme, que esto está bajo control”. Lo que estaba bajo control termina controlándote a ti. A su tiempo controlará tu corazón, y lo que controla tu corazón controlará también tus emociones y eventualmente toda tu mente. Tu vida queda sometida al pecado». 

El pecado, como las avispas en los tubos de Pitot, nubla el entendimiento, distorsiona la realidad y nos roba el pensamiento lógico, sobre todo el pensamiento espiritual. 

Antes de leer este escrito, quizás muchos desconocían que un pequeño insecto tenía la capacidad de derribar un Boeing 757. De igual modo, muchos creen que tolerar un «poco» de pecado en sus vidas no tendría mayores consecuencias. Pero el pecado encuentra nuestros tubos de Pitot, entra en ellos y los bloquea. En su carta a los romanos, Pablo dice: «Por tanto, no reine el pecado en su cuerpo mortal para que ustedes no obedezcan a sus lujurias»(Rom. 6:12).Un rey no gobierna una nación de la noche a la mañana. Un desconocido no puede simplemente decidir gobernar un país; lo hace usando la violencia o la popularidad, pero esa violencia y popularidad no se consiguen de la noche a la mañana. Asimismo, el reinado del pecado en nuestro corazón no ocurre de repente, sino poco a poco. De ahí que, debemos estar apercibidos de nuestro pecado, poder identificarlo y saber que el mismo puede ir creciendo si nos descuidamos.

Otro aspecto interesante es que las consecuencias del pecado son desproporcionadas a cómo se ve el pecado originalmente. Un nido de avispas al lado de un avión Boeing 757 no luce como una amenaza, pero ese pequeño grupo de insectos puede decidir su destino. En las citadas «10 leyes del pecado», el pastor Núñez afirma que: «El pecado te costará más de lo que querías pagar. Te costará tu integridad, tu reputación, tu paz. Puede llegar a costarte tu esposa o esposo, tus hijos, tus amigos, tu trabajo, tu ministerio y tu iglesia». 

Recientemente hemos visto cómo grandes ministerios cristianos han caído por un pecado en sus líderes que fue creciendo con el tiempo porque no contaban con un sistema de rendición de cuentas o simplemente porque esos líderes no permitieron que nadie, ni siquiera Dios, hablara a sus corazones. Ese pecado no confrontado y no confesado fue creciendo y sus consecuencias acabaron no solo con el liderazgo de una persona, sino con familias, ministerios e incluso iglesias completas.

Identifica a tiempo las señales que el Espíritu de Dios te da

Un pequeño chorro de aire que entra por los tubos de Pitot brinda al piloto la información necesaria para conocer lo que está sucediendo alrededor de la aeronave. El Espíritu de Dios actúa de forma similar en la vida del creyente enviando señales de advertencia que nos permiten ver lo que hay en nuestro corazón y hasta dónde podemos llegar si damos rienda suelta a nuestros deseos, pensamientos y acciones pecaminosas. El Espíritu Santo es un indicador de cómo está el viento, la presión y la temperatura de nuestra alma. Debemos aprender entonces a identificar sus señales, a leer los datos que nos está proporcionando para corregir la altura, corregir la velocidad y no permitir que la tentación anide en nuestro interior y se convierta en pecado.

El pecado comienza con pequeñas cosas que permitimos entrar a nuestra mente y nuestro corazón. El pecado es como una escalera que subimos peldaño a peldaño y cada paso que damos es una nueva oportunidad para mirar hacia arriba y ver hacia dónde vamos, para ver dónde estamos parados y mirar hacia atrás y reconocer que todavía tenemos la oportunidad perfecta de corregir nuestro rumbo y devolvernos. El pecado crece dentro de nosotros y debemos aprender a identificarlo a tiempo, porque devolvernos desde el segundo peldaño siempre será más fácil que hacerlo desde el quinto.

Muchos creyentes están familiarizados con las palabras de Santiago sobre el poder de la lengua, un pequeño miembro que es capaz de contaminar y causar daño a todo el cuerpo (Stgo. 3:1-12). El sistema de tubos de Pitot es una ilustración moderna de cómo algo tan pequeño como un insecto puede derribar un avión de setenta mil kilogramos si logra introducirse por el orificio de uno de estos tubos. Si nos descuidamos, el pecado va a encontrar nuestros tubos de Pitot, los va a bloquear y provocará que no podamos leer las señales del Espíritu de Dios correctamente.

Presta atención las «etiquetas rojas» que Dios coloca a tu alrededor

Como en la mecánica aeronáutica, el creyente necesita prestar atención a las «etiquetas rojas» que Dios coloca a nuestro alrededor, esas señales que el Espíritu de Dios nos envía para nuestra protección. Además, Dios nos llama a tener un buen mantenimiento y revisar periódicamente nuestros tubos de Pitot. Es nuestro deber mantenerlos limpios y sin descuidar para asegurarnos de que no haya en ellos «una simple abeja» que eche a perder nuestro vuelo. 

En la primera carta a los corintios, Pablo escribe: «La jactancia de ustedes no es buena. ¿No saben que un poco de levadura fermenta toda la masa?» (1 Cor. 5:6). Esta es otra ilustración de cómo algo pequeño puede dañar algo mucho mayor. Por su parte, el autor del libro de Eclesiastés también nos brinda una ilustración similar: «Las moscas muertas hacen que el ungüento del perfumista dé mal olor; un poco de insensatez pesa más que la sabiduría y el honor» (Ecl. 10:1). En pocas palabras, debemos estar muy alerta porque el pecado siempre comenzará con algo pequeño, algo que luce insignificante o inofensivo, pero que tiene todo el potencial para destruir nuestra vida y nuestra relación con Dios. 

Disfruta las herramientas que Dios te da para vencer el pecado

Según la Academia Nacional de Aviación, la etiqueta «Remove before flight» es la marca de un entusiasta de la aviación y un excelente recordatorio de la atención al detalle que se requiere para una carrera en aviación. Si trasladamos este concepto a la vida cristiana, el creyente también debe disfrutar y valorar las herramientas que Dios le da para advertirle sobre el pecado. Debemos recordarlas y tenerlas presente en todo momento, sabiendo que son el arma ideal para vencer el pecado. 

Gracias a Cristo, la lucha contra el pecado no es librada en nuestras fuerzas, sino en el poder del Espíritu de Dios. Como las etiquetas «Remove before flight», las señales de advertencia que Dios nos envía por medio de Su Espíritu son un excelente recordatorio de la atención al detalle que el hijo de Dios requiere para vencer el pecado. ¡Aprovéchalas y da gracias a Dios por ellas!

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Reynaldo Logroño
Conoció al Señor en el año 1980. Es parte de la IBI desde el año 2007, donde ha tenido la oportunidad de servir en los ministerios de Consejería Prematrimonial, Grupos Pequeños (GPS), Escuela Bíblica Dominical, Ministerio de Cárceles, Conferencias Por Su Causa, entre otros. Desde el 2010 dirige junto a su esposa la Escuela Bíblica Dominical y es el director del Ministerio Integridad & Sabiduría desde el año 2017. Reynaldo es licenciado en Publicidad con maestría en Gerencia de Mercadeo y diplomados en Administración Publicitaria y Legislación Publicitaria. Es graduado del Instituto Integridad & Sabiduría y posee una Certificación en Educación Cristiana mención Liderazgo. Casado con Jenny Thompson desde el año 1993 y padre de Celso, Sebastián y Reynaldo Jr.