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Jesús dignifica a la mujer 

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Desafortunadamente, desde Génesis 3, el mundo ha quitado el valor intrínseco de la mujer. Para entender cómo Cristo dignificó a la mujer, necesitamos entender cómo la creó. 

Comenzamos con Génesis 1:27, «Creó, pues, Dios al hombre (hadam) a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón (zakhar) y hembra los creó». Es importante entender que «hadam» significa ‘el ser humano’, mientras que «zakhar» significa ‘el hombre masculino’. Entonces ambos fueron creados a la imagen de Dios, dándoles igual valor. Entonces, la pregunta lógica es ¿qué pasó?, y esto lo vemos en Génesis 3. Sabemos la historia, la serpiente, la más astuta de los animales creados, engañó a Eva induciéndola a comer del único árbol prohibido por Dios y después de comer su fruto, le dio a Adán quien también comió, y la tierra entera se trastornó hasta el punto de que ahora el príncipe de este mundo es Satanás (1 Jn. 5:19), quién ha cegado el entendimiento de los incrédulos para que no pueden ver el resplandor del evangelio (2 Corintios 4:4).  

Para entender bien el engaño que tiene a los incrédulos cegados, necesitamos regresar a Génesis 3:16 para ver el castigo divino a la serpiente: «Y pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y su simiente; él te herirá en la cabeza, y tú lo herirás en el calcañar». Ya Satanás sabía que Aquel que lo derrotaría nacería de la mujer. 

En el siguiente versículo, vemos el castigo para la mujer: «En gran manera multiplicaré tu dolor en el parto, con dolor darás a luz los hijos; y con todo, tu deseo será para tu marido, y él tendrá dominio sobre ti». Esta palabra para deseo es «teshuqah» y significa ‘un anhelo para dominar’, pero vemos que Dios no lo permitiría y entonces la batalla de los sexos comenzó. Una relación divina se trastornó en una interacción pecaminosa.  

Enfocándonos ahora en la astucia de Satanás: ya él sabe que la semilla de la mujer lo destruirá, entonces, si quitáramos el valor a las mujeres esto implicaría que tampoco lo tendría su semilla. Y las mujeres quedaron atrapadas en medio de la batalla espiritual entre Satanás y Dios como daño colateral.  

Al ver cómo comenzó, ahora podemos enfocarnos en cómo Jesús trató a las mujeres mientras caminó en la tierra, demostrando no solo su valor, sino Su deseo de devolverle la dignidad con la que la creó en el jardín del Edén. Primero, Jesús violó todas las costumbres y las reglas religiosas de Su época para dignificarlas.  

Pero antes de esto, quiero resaltar un cambio escondido en la genealogía de Jesús que mostró que las cosas iban a cambiar y que muchas veces lo pasamos por alto en el Antiguo Testamento. Solo los hombres fueron mencionados, sin embargo, en Mateo 1 vemos a Tamar, Rahab, Rut, Betsabé y María. Por generaciones las mujeres eran invisibles y ahora Él las está colocando en el centro del plan de redención.  

Aunque el plan fue mencionado en Génesis 3, y fue ignorado por generaciones, la segunda Persona de la Trinidad nos enseñaría lo que Dios piensa de las mujeres. No podemos pasar por alto que muchas de Sus conversaciones fueron con mujeres aun aquellas con reputaciones cuestionables y en el sábado. Habló y salvó a la mujer en el pozo, una samaritana divorciada cinco veces, y más allá, ella fue la primera persona a quien Él se le reveló como el Mesías.

Enseñó teología a Marta y María cuando las mujeres ni siquiera podían entrar al templo. Y la posición que María tomó a los pies del Rabí fue la misma posición de Sus estudiantes, estimulándolas a estudiar cuando le dijo a Marta mientras ella se quejaba de que su hermana no estaba ayudando con los quehaceres: «María ha escogido la parte buena, la cual no le será quitada» (Lucas 10:42). Él sanó y salvó a la mujer que era considerada inmunda por sangrar durante doce años a pesar de que ella violó las leyes religiosas tocando Su manto. Jesús dejó que la mujer pecadora derramara perfume sobre Sus pies y los tocara. A la mujer sorprendida en adulterio, que fue utilizada y avergonzada por los religiosos para atrapar a Jesús, Él la trató de una manera respetuosa y con compasión, perdonándola. De las dos personas que fueron elogiadas por Jesús por la cantidad de fe que tenían, una fue una mujer cananea en Tiro que rogó a Jesús por su hija endemoniada, y aunque Jesús dijo que «No está bien tomar el pan de los hijos, y echárselo a los perrillos», lo hizo por su respuesta de fe a Jesús.

Y no podemos olvidar a María Magdalena, de la que había echado fuera siete demonios. No sabemos mucho de su vida antes de conocer a Jesús, sin embargo, podemos imaginar lo que siete demonios producirían. Ella fue la primera en ver al Cristo resucitado y Él la mandó decírselo a los discípulos a pesar de que las mujeres no eran consideradas testigos confiables. Y en el libro de Hebreos, capitulo 11, vemos la sala de los héroes de la fe, donde también mencionan a dos mujeres, Sara y Rahab (vv.11,31), y a las mujeres que «recibieron a sus muertos mediante la resurrección» (v.35). 

La realidad es que Jesús vino para restaurar la dignidad de la mujer, la que tuvo en la creación. Restaurarlas a portadoras de la imagen de Dios. Aunque las mujeres sentían que no tenían valor por el trato que habían recibido durante tanto tiempo, ellas no tenían precio ante los ojos de Dios. Cristo tomó a las mujeres que habían sido olvidadas, que vivían temerosas, y las transformó en personas fieles, capaces de revelar a Dios con sus vidas y participar en Su reino. 

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Es la esposa del pastor Miguel Núñez. Cathy es doctora en medicina, con especialidad en endocrinología. Es miembro, diaconisa y directora del ministerio de mujeres Ezer de la Iglesia Bautista Internacional (IBI). Conduce el programa Mujer para la gloria de Dios, que se transmite por el canal de YouTube del Ministerio Integridad & Sabiduría.