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¿Estoy como los Magos?

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Al leer de nuevo la historia de los magos, me llama mucho la atención que encontramos tres diferentes tipos de personas. Comenzaré con lo más obvio, los protagonistas de la historia, los magos. 

El versículo 1 de Mateo 2 nos dice que eran del Oriente pero no nos dice específicamente el lugar. Sabemos que Daniel y sus amigos fueron al exilio a Babilonia y recibieron tres años de educación babilónica que incluía la astronomía. Especulo que ellos habían dejado plasmado en esta cultura algunas de las enseñanzas judías para que cuando estos magos vieran la estrella, y Dios les revelara la promesa que sus ancestros habían oído, la siguieran porque tenían algo del entendimiento de la promesa de Yahweh. Fueron gentiles elegidos por Dios para adorar al Mesías judío y fueron intencionales en buscarle. Estaban dispuestos a pagar el precio necesario para encontrarlo. 

El segundo grupo fue representado por Herodes. Alguien quien había sido criado como judío. Su abuelo era edomita que se había casado con una judía y sus ancestros se habían convertido al judaísmo. Entonces Herodes conocía las promesas de Dios, aunque no creía en El Mesías. Cuando los magos preguntaron que en donde estaba el rey de los judíos se turbó y fue intencional en averiguar el lugar para buscarle, pero no para adorarle sino para hacerle desaparecer.  Él quería aparentar ser como un creyente y fue capaz hasta de fingir sus intenciones diciendo mentiras a los magos, pero para ejercitar su propia meta…mantenerse en el poder.

El tercer grupo de personas fueron los sacerdotes y escribas del pueblo; aquellos que conocían muy bien las promesas, pero también se turbaron igual que Herodes (12:3) y por la misma razón. Las personas que supuestamente representaban a Dios, la gente que fingió santidad y que no solamente sabían dónde El Mesías nacería sino que citaron las mismas Escrituras en respuesta a la pregunta de Herodes. Y ¿qué hicieron ellos? ¡Nada! ¡El Mesías el cual ellos tenían generaciones esperando, la Promesa que Yahweh había prometido para la liberación de su pecado, ¡y ellos acaban de oír que nació y no fueron a buscarle! Personas quienes externamente parecían que estaban esperándolo, que hasta enseñaban al pueblo sobre Él, sin embargo, cuando llegó, lo ignoraron. Cualquiera pensaría que ellos le buscaron, pero no fue así. No son todos lo que están y ni están todos lo que son. 

Si hay algo que está bien claro es que nunca podemos evaluar a las personas por lo que dicen sino por sus acciones y como vemos aquí es buscar no una acción sino un patrón.  Muchas veces es ver donde sus acciones contradicen sus palabras. Esta es la razón por la cual  Dios no nos evalúa por la apariencia sino por el corazón (1 Sam. 16:7) y es precisamente la razón porque necesitamos depender del Espíritu Santo para iluminarnos en nuestro caminar (Jn. 16:13).

Mi pregunta para nosotras ahora es ¿en cuáles de los tres grupos nos encontramos? ¿Queremos adorarle y estamos dispuestas a ser intencionales en buscarle? ¿Queremos aparentar que le conocemos, pero no queremos buscar ni seguir sus enseñanzas? O ¿creemos que le conocemos, pero vivimos como nosotras queremos y no como Él quiere? La respuesta definirá nuestro destino. 

Mi oración es que cada una de nosotras nos evaluemos y nos sinceremos con nuestro Señor. Aun si nos encontramos en el primer grupo, ¿estamos haciendo todo lo que podemos para buscarle y luego obedecerle?

Él se hace presente a todas las que lo buscamos y cuando le obedecemos  Él se nos manifiesta en una forma maravillosa (Jn. 14:21). Oro que cada una de nosotras encontremos más de Él en esta Navidad y esto nos cambie para siempre. ¡Bendiciones!