Vivimos en una época de la historia donde hay mucha confusión en torno a los roles tradicionales de la mujer. Es una generación que tiene valores relativos, donde a lo bueno se le llama malo y a lo malo bueno.
Por esta razón, lo dicho por el profeta siglos atrás se vuelve una realidad en el día hoy, “ay de los que llaman al mal bien y al bien mal, que tienen las tinieblas por luz y a la luz por tinieblas” (Isaías 5:20).
Con la introducción del pecado a la humanidad, la mujer perdió el deleite de ser mujer. Todo inició cuando Adán y Eva no creyeron la verdad de Dios, si no que le creyeron a la serpiente y ahora se nos hace muy confuso entender nuestro rol y diseño.
Así que debemos volvernos a la Biblia donde encontramos el llamado y el plan de Dios al crear a la mujer. Debemos empezar donde Dios empieza, en el inicio, en Génesis, y eso es lo que haremos.
Y dijo Dios, hagamos al hombre a Nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza. (Génesis 1: 26a)
El hombre y la mujer fueron creados semejantes a Dios, es decir, que al observarlos mostraban muchos de Sus atributos, como la capacidad de disfrutar un amanecer, de poder hablar, de ser creativos, etc. Entonces, uno de los objetivos al crear al hombre y a la mujer era la de reflejarle.
La mujer muestra de maneras únicas a Dios en su ternura, detalles, creatividad, al ser conectora de relaciones, en su empatía ante el dolor ajeno y en el cuidado que brinda a su familia.
En Génesis 1:31, después de crear al hombre y a la mujer, llega a la conclusión de que todo lo que había hecho era “bueno en gran manera”, hasta que en Génesis 2:18, Dios dice “No es bueno que el hombre esté solo, le haré ayuda (Ezer) idónea o adecuada”.
¿Cuál es el llamado o papel de la mujer según Dios?
La Biblia no tiene un versículo que diga “el llamado de la mujer es…”, sin embargo, sí contiene principios que establecen ese llamado. Cuando Dios crea a Eva y se la trae a Adán, le dice que es su ayuda idónea, porque ella tiene características, formas de ver el mundo y de reaccionar que los hombres no tienen. En general, la mujer puede hacer casi todo lo que el hombre hace, excepto ejercer autoridad sobre él y enseñarle en el contexto de la iglesia.
La mujer, al ser ayuda idónea, muestra la obra misma del Espíritu Santo, quien es el ayudador por excelencia. Sus capacidades únicas y especiales le permiten ser un complemento adecuado para el hombre.
Entonces, la mujer tiene el alto llamado de ser ayuda idónea.
Kathy Keller en su libro “El Significado del Matrimonio” escribe: “’Ayuda idónea’ no traduce adecuadamente el término original hebreo ‘ezer’. ‘Ayuda’ connota mera asistencia en la realización de una tarea que podría hacerse sin ayuda. Pero ‘ezer’ se aplica casi siempre a Dios mismo en Su actividad. En otras ocasiones, se refiere a la ayuda que proviene de la fuerza de un ejército, y sin ella es muy probable que se perdiera la batalla. “Ayudar” a alguien supone entonces compensar lo que le falte de fuerza. La mujer entraña esa ayuda tan particular y especial, ayuda idónea y fuerte.”
El mundo nos lleva a cuestionar la asignación de roles establecida por Dios para el hombre y la mujer, mostrando abiertamente insatisfacción del diseño de Dios al considerar indignante e inferior ser la ayuda idónea de un hombre. Pero sabemos que no hay nada de inferior al ser ayuda idónea del hombre, somos iguales en valor, pero con diferentes responsabilidades.
Los géneros y las funciones no es algo que se da de manera arbitraria, hay un propósito mayor con el diseño de Dios para la mujer y es la gloria de Dios. La mujer tiene el alto llamado de complementar al hombre y tiene un poder de influencia enorme. La mujer puede usar ese poder de influencia para inspirar o para destruir al hombre, tomando en cuenta que influenciar no es lo mismo que manipular.
Influenciar es cuando yo confío en el Señor para el resultado que Él quiera. Manipular es cuando confiamos en nuestro propio plan arreglando las cosas para que sucedan como nosotros queremos y es una distorsión pecaminosa del influenciar.
La mujer también cumple con su llamado de ayuda adecuada al entrenar a la siguiente generación de mujeres en los caminos del Señor. Y, si es una mujer soltera, cumple con su llamado siendo de ayuda y soporte con sus dones y talentos a los hombres que Dios ha puesto a su lado.
El pastor John Piper afirma que: “La feminidad bíblica es una disposición de corazón de afirmar y nutrir de fortaleza y fuerza el liderazgo de hombres de maneras apropiadas (no en pecado) y recibir ese liderazgo voluntariamente”. Así que se espera de nosotras que podamos nutrir y enriquecer el liderazgo de los hombres que Dios ha puesto a nuestro alrededor.
Quizás, al escuchar todo lo que se espera de nosotras como mujeres, nuestra primera reacción sea que no podemos, que estamos cansadas o que el llamado es muy alto, pero la buena noticia es que Dios nos ha dado el Espíritu Santo, quien nos capacitará y Su poder nos cubrirá en medio de nuestra debilidad.
Este mundo necesita mujeres que acepten con gozo su diseño original, que rechacen el feminismo en su forma más sutil, que se sacudan de su apatía, y cumplan con este alto pero hermoso llamado ideado por Dios.