¿Alguna vez has sentido que hay verdades que conoces muy bien en tu mente, pero que te cuesta experimentar en tu vida? Posiblemente has escuchado innumerable cantidad de veces que Cristo es suficiente y que tu identidad está en Él, que la soltería no te define. Todo esto es completamente cierto, pero muchas veces la realidad del mundo en el que vivimos opaca estas verdades. ¿Por qué́ será que en ocasiones todo lo que creemos saber se siente tan distante? ¿Cómo podemos experimentar realmente el gozo y la plenitud que resultan de pertenecer a Cristo?
VOLVIENDO A LA RAÍZ
Recuerdo que durante una etapa de mi vida mientras leía el libro de los Hechos me sentí profundamente confrontada al ver el nivel de convicción, entrega, valentía y amor por Dios de personajes como Esteban, Pedro, Bernabé, Pablo y otros más. Leyendo sus historias percibía como en sus vidas nada era más seguro y real que su fe. No existían ambiciones compitiendo por su atención. El mundo y las circunstancias—dificiles y muy dificiles—eran vistos a la luz de los propósitos y las promesas de Dios. No había nada más relevante ni valioso que Él.
Junto con el sentimiento de sorpresa al conocer sus hazañas, también recuerdo la inquietud emergente al darme cuenta de que mi vida no lucía ni remotamente de la misma manera. Nuestras creencias eran las mismas, pero distinto el fruto en nuestras vidas. ¿Por qué? ¿Por qué no tenía yo la misma osadía de Pedro, la entrega de Pablo, el amor de Bernabé y la convicción de Esteban? Sin duda Dios seguía siendo el mismo, entonces ¿por qué no tenía el mismo efecto en mi vida? Mientras debatia en mi interior el por qué del contraste entre sus vidas y la mía, la respuesta llegó a mi mente: ellos conocían a su Dios de una forma que yo no lo hacía, y su manera de vivir y abrazar su identidad en Cristo fue la respuesta natural al descubrir quien es Él.
¿Por qué te digo todo esto? La realidad es que la única forma de vivir plenamente las verdades del evangelio, es conociendo profundamente al autor de esas verdades. No hay otro punto de partida. Antes de poder aplicar algo a nuestra vida necesitamos conocerlo y conocerlo profundamente. Muchas veces entendemos la obra de Cristo, pero no comprendemos todas sus implicaciones en nuestra vida. Pablo escribe una carta a la iglesia en Colosas porque ellos se aferraban a diferentes prácticas al no entender que su salvación dependía únicamente de Cristo crucificado y resucitado. Ahora bien, lo interesante es que ellos no negaban la necesidad de la obra de Jesucristo para la salvación, pero sí negaban la suficiencia de esta obra. Me temo que hoy día sucede algo similar con nosotras: creemos en Cristo, pero en nuestra cotidianidad Él no es suficiente. Especialmente como mujeres solteras, hay muchos factores que pueden contribuir a este sentimiento. ¿Cómo responde Pablo a la condición de los Colosenses? Poniendo en perspectiva la persona y la obra de Cristo. El mismo que fue profundamente conocido y servido por lo apóstoles.
CRISTO EN PERSPECTIVA
Muchas de nuestras luchas radican en perder de vista quien es Él. Al no comprender Su majestuosidad, no disfrutamos todo lo que Él ofrece. Hemos perdido de vista la belleza de la persona de Cristo, y tristemente, hemos reducido Su valor e impacto en nuestras vidas.
Hemos perdido de vista:
La adopción que se nos ha concedido;
La salvación que se nos ha regalado;
El Consejero que se nos ha dado;
La esperanza a la que hemos sido llamados;
Las promesas con las que contamos;
El amor que sobrepasa el conocimiento;
La tarea que se nos ha confiado;
La brevedad de nuestros días;
La inmensurable grandeza de Su poder;
Las riquezas de Su gloriosa herencia.
—Citado de: Lo mejor de ser soltero en el campo misionero.
Si conociéramos la anchura, longitud, altura y profundidad del amor de Cristo, estaríamos más satisfechas en el presente, y viviéramos expectantes por lo que ha de venir. Todo lo temporal palidece cuando lo vemos a Él en perspectiva. Tal como dice el viejo himno:
Pon tus ojos en Cristo
Tan lleno de gracia y favor
Y lo terrenal desvanecerá
A la luz de Su gracia y amor
—Himno: Pon Tu Mirada, SGM.
TU VIDA ESTÁ ESCONDIDA EN CRISTO
Sin minimizar las luchas reales que puedes enfrentar como mujer soltera, permíteme invitarte a tornar la dificultad en un medio para que el Señor se glorifique. Persigue vivir para algo y Alguien mayor que cualquier circunstancia o anhelo temporal que puedas experimentar en este mundo. La obra de Cristo a nuestro favor no solo impacta nuestra eternidad con Cristo, sino que también habla a nuestro presente mientras esperamos por Él (Tito 2:13-14).
Tu vida y la mía no se trata de nosotras. Lo más importante acerca de nuestras vidas no está vinculado a nuestro estado civil, trabajo, nivel económico o belleza fisica. Tus circunstancias y las mías—cualesquiera que sean—forman parte de un propósito mayor que busca darle gloria a Él. Date la oportunidad de conocerlo en las circunstancias que Él ha orquestado fielmente para ti. Permite que Él llene cada espacio y responda tus dudas. Déjalo abrazar tu corazón y satisfacer tu alma. Así como Pedro, Pablo, Bernabé y Esteban vivían plenos en Él, tú y yo también podemos hacerlo. Dios sigue siendo el mismo.
Ya que han sido resucitados a una vida nueva con Cristo, pongan la mira en las verdades del cielo, donde Cristo está sentado en el lugar de honor, a la derecha de Dios. Piensen en las cosas del cielo, no en las de la tierra. Pues ustedes han muerto a esta vida, y su verdadera vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo—quien es la vida de ustedes—sea revelado a todo el mundo, ustedes participarán de toda su gloria. (Colosenses 3:1-4, NTV)