“El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz, y a los que vivían en región y sombra de muerte, una luz les resplandeció” Mateo 4:16
Una vez más se acerca la Navidad, ese tiempo que siempre me ha llenado de alegría y entusiasmo por los preparativos para compartir en familia y los hermosos recuerdos que tengo de estas celebraciones en mi niñez. Como no crecí en un hogar cristiano, la Navidad significaba los preparativos para una cena muy especial, el compartir con los abuelos, el arbolito siempre decorado en familia y ¡los regalos! Como vivo en un país tropical, diciembre y la Navidad también me recuerdan lo agradable que se torna el clima siendo un poco más fresco, o menos cálido, que lo usual.
En muchas ocasiones he escuchado decir, a medida que se acerca la fecha: “Este año no tengo dinero para celebrar la Navidad”, o “no tengo ánimos” o si han perdido un familiar o han pasado por momentos difíciles durante el año, expresan que “no tenemos nada que celebrar”.
En estos últimos tiempos, caracterizados por el postmodernismo, hasta se ha cambiado el tradicional “Feliz Navidad” por “Felices fiestas”.
¿Será que la celebración de la Navidad es solamente una “fiesta” relacionada a como yo me sienta, lo que ha sucedido durante el año o si tengo recursos o no para la decoración y todo lo demás?
¿Cuál es el verdadero propósito de la Navidad?
Todo lo que existe, el mundo y todo lo que en él hay, fue creado por Dios. El creó al ser humano con el fin de tener relación con nosotros y que lo representáramos en la tierra. Como bien sabemos en la narración de Génesis 3, el pecado, quebró esa relación, y la humanidad, así como la creación, quedó en oscuridad. Los seres humanos continuaron viviendo, respirando, multiplicándose, gobernando la tierra y la creación, creando cultura, fundando pueblos y ciudades, ¡pero separados de Dios!
En su fidelidad y amor por la humanidad, Dios tenía un plan desde antes de la fundación del mundo, una promesa de volver a dar vida a aquellos que estaban muertos y en oscuridad, a aquellos que estaban perdidos eternamente sin Él. “Y esta es la promesa que Él mismo nos hizo: la vida eterna” 1 Juan 2:25 ¡Esa promesa se hizo realidad con la venida de nuestro Señor Jesucristo!
En 1 Pedro 1:20 leemos: “Porque Él (Jesús) estaba preparado desde antes de la fundación del mundo, pero se ha manifestado en estos últimos tiempos por amor a vosotros”
En Juan 1:12 aprendemos: “Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad”. ¡Dios mismo con nosotros! Su venida, su ministerio y enseñanzas en la tierra y luego su muerte en la cruz y su posterior resurrección han traído vida a todos aquellos que creen El creen.
¡Ese es el verdadero propósito de la Navidad! La celebración del nacimiento de Aquel que se hizo carne, entregando su vida en la cruz para que tú y yo pudiéramos ser perdonados, redimidos y restaurados pudiendo disfrutar de una relación cercana y comunión con Él ahora y eternamente.
Faltan pocas semanas para celebrar la Navidad. Cuando realices tus preparativos para la celebración, no olvides que la razón es que: “El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz, y a los que vivían en región y sombra de muerte, una luz les resplandeció”. Estas celebrando que la luz llegó a tu vida echando fuera la oscuridad, que Él ha llegado a tu familia perdonando y restaurando y que aún tienes una esperanza en Cristo para aquellos que no lo conocen aún.
¿Felices fiestas?, no, realmente no, ¡Feliz Navidad!