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¿Es el desaliento una evidencia de falta de fe y confianza en el Señor?

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Si esta pregunta se hiciera en un grupo, seguramente la respuesta de muchos sería un rotundo si, mientras que otros dirían, no, sólo es una reacción propia que como seres humanos pasamos por estos momentos y de alguna forma ambas respuestas tendrían su dosis de verdad. Espero que al continuar leyendo este artículo podamos identificar cómo se relacionan estos dos aspectos: nuestra realidad física, con cuerpos que se fatigan y cansan física y emocionalmente, con la realidad de la vida espiritual que estamos llamadas a vivir poniendo nuestra confianza en el Señor en todo tiempo.

Hace algunos años cuando surgió la alabanza que decía: Cansado del camino, sediento de ti, un desierto he cruzado, sin fuerzas he quedado, vengo a ti, todos los que la cantábamos sabíamos exactamente lo que el autor quiso plasmar en esas letras, porque en algún momento de nuestras vidas habíamos estado así o lo estábamos en ese momento y en canción nos rendíamos una vez ante Él.

Para que entendamos mejor de lo que estamos hablando, veamos una definición sencilla de lo que se entiende por desaliento:  falta de ánimo, falta de energía, de fuerzas para resolver, continuar o emprender algo; siendo así, entonces, ¿quién no ha estado en ese lugar? Una mamá de niños pequeños sabe lo difícil y agotador que puede resultar la dedicación y demanda que requieren esos primeros años; quien tiene que cuidar un persona amada en tiempo de enfermedad sabe lo desgastante que puede ser ese tiempo, sea breve o  prolongado; un proyecto que no termina por concretizarse y se sigue prolongando también lleva a un desgaste; un estudiante en tiempo de exámenes,  aún en la vida ministerial se pueden identificar tiempos difíciles donde el ánimo y las fuerzas se debilitan y eso lo vemos a lo largo de las escrituras. Las grandes encomiendas por parte de Dios también estuvieron acompañadas de momentos profundos de desánimo. Por ejemplo, el profeta Elías, luego de haber sido un instrumento para mostrar la gloria y el poder de Dios, termina solo y deseando la muerte (1Reyes19:4).  Y como él hay varios hombres de fe que pasaron lo mismo, por eso no debemos olvidar que quienes recibieron esas instrucciones eran hombres sujetos a debilidades y pasiones y el Señor aún conociendo eso le plació utilizarlos para mostrar que la obra es de Él y que escoge lo débil del mundo para avergonzar a lo fuerte (1Corintios 1:27).

 Dios no espera que seamos perfectas para cumplir con lo que tiene establecido para sus hijos, sólo espera que aprendamos a vivir confiando en Él, vivir con la mirada puesta en Él, el autor y consumador de nuestra fe (Hebreos 12:2) y no en las circunstancias y es al bajar la mirada que el desaliento puede llevarnos a una falta de fe. Cuando perdemos el enfoque de ver la vida a través de las verdades bíblicas, empezamos a dar respuestas simplemente humanas, evaluando nuestras fuerzas, nuestros recursos y desde esa perspectiva siempre todo va a lucir más grande y difícil. ¿Cómo puedo entonces vivir una vida en victoria?, ¿cómo evitar ser llevada constantemente a flaquear en mi fe cuando mi anhelo es poder crecer a través de toda circunstancia? Podemos estar atentas a ciertas actitudes que nos van a alejar de Dios en lugar de acercarnos y cuánto más intencionales seamos más rápido nos daremos cuenta de que nos estamos desviando y podremos volver a la dirección correcta. El ejemplo de Elías puede darnos algunas enseñanzas.

  • No pierdas el enfoque. Es decir, ¿dónde estás poniendo la mirada en estas etapas difíciles de la vida? En el caso de Elías, este pequeño desvío se da cuando ¨viendo el peligro, se levantó…¨ (1 Reyes 19:3).  Este es el mismo hombre que unos versos antes ve la gloria y el poder Dios desplegarse de una forma increíble y actúa con valentía y fe, pero luego al ser amenazado por la esposa de rey, en lugar de poner sus ojos en Dios las pone en sus circunstancias y, ¿qué pasa cuando hacemos eso? Olvidamos que Dios es Dios y que sus promesas son fieles y verdaderas.
  • No seas autosuficiente. Ese mismo versículo continúa diciendo ¨se levantó y se fue para salvar su vida¨. ¿Y Dios no lo había protegido y librado de todo mal en medio de una multitud perversa? ¡Qué rápido olvidó que Dios es quien está en control! Pero él no es ni será el único que cuando las cosas se ponen difíciles, la primera reacción es tratar de hacer las cosas a nuestro modo en lugar de recordar que Dios está con nosotros y es nuestro auxilio y socorro, quien nos da fuerzas cuando sentimos que no tenemos ninguna, quien nos da la salida cuando todo luce oscuro. No sé lo que puedas estar viviendo, pero si lo estás haciendo, queriendo tener el control de todo, haciendo las cosas a tu manera, te animo a que puedas dejar esa carga tan grande que te has impuesto y vengas a los pies del Señor. Él promete dar descanso a todo aquel que viene cansado y cargado (Mateo 11:28).
  • No te aísles. Este es otro desvío que te llevará con toda certeza al desánimo. En su momento más vulnerable, cuando su mente y su corazón no estaban en el lugar correcto, Elías decide dejar a su criado y continuar su viaje solo, pero él no está totalmente solo, sus pensamientos centrados en sí mismo lo acompañan. La soledad y el cansancio son el dúo perfecto para que nuestros pensamientos se desvíen de lo que es justo y lo que es verdadero. Son en esos momentos de dudas y debilidad que la presencia de un hermano fiel es un instrumento de aliento, que te recuerda que Dios en su soberanía está contigo obrando en tu vida, aunque no lo puedas ver.

Tenemos un llamado no sólo a estar de paso por esta vida, sino a vivirla confiando y dependiendo del Señor, a veces estaremos en el valle, a veces en el desierto, pero teniendo la certeza que quien nos mantiene en esta carrera es Él, y ha prometido completar la obra que ha empezado en cada una de sus hijas. No permitas que el desánimo te aparte del Señor, en cuanto te sientas así corre a Sus pies en oración, a Sus brazos en busca de refugio y a Su corazón en busca de consuelo.