Desde la semana pasada ha estado rondando en mi mente el pasaje de Proverbios 31:25 que dice: “Está vestida de fortaleza y dignidad, y se ríe sin temor al futuro.” No he podido dejar de preguntarme cómo luce esta verdad en medio de la Pandemia que hoy enfrentamos por el COVID-19. ¿Es esto posible? La respuesta que Dios ha traído a mi corazón es que para Sus hijas, sonreír sin temor al mirar hacia el futuro puede ser una realidad, aun cuando luzca tan incierto y sombrío como ahora, siempre que escojamos confiar en Él. Por tanto, me he visto en la necesidad de profundizar en el significado de la palabra “Confiar”, porque, aunque a través de los años he escuchado decenas de prédicas sobre este tema y leído múltiples veces pasajes de las escrituras relacionados al mismo, reconozco que mi alma necesita entender mejor lo que esta palabra implica.
Mientras escribo este mensaje vienen a mi mente aquellas hermanas que viven solas, las que son envejecientes con temas de salud que las limitan, las madres solteras, viudas o divorciadas, que están criando solas a sus hijos y se encuentran abrumadas por estar aplicando los programas del colegio online, ocupándose de la limpieza y todo lo demás sin ningún tipo de ayuda. Algunas que tienen grandes preocupaciones por la parte económica, pues trabajan independiente y no tienen sueldos fijos, sino que cubren los gastos con lo que ganan cada semana, y resulta que actualmente casi todo está paralizado. Pienso en aquellas que lidian con temas emocionales marcados fruto de trastornos de Ansiedad y Depresión, y cada día de esta Pandemia el temor de contagiarse con el virus o que le ocurra a un ser querido les genera gran angustia. La verdad es que no es un tiempo fácil de vivir para nadie, y hay quienes llevan sobre sí un peso mayor, pero la buena noticia es que Dios ha prometido estar con nosotras: “Cuando pases por aguas profundas, yo estaré contigo. Cuando pases por ríos de dificultad, no te ahogarás. Cuando pases por el fuego de la opresión, no te quemarás; las llamas no te consumirán.” (Isaías 43:2).
Mi deseo es compartir lo que, en su cuidado y amor, Dios me ha ido ayudando a entender acerca de lo que realmente necesitamos para atravesar este período de prueba con fe, esperanza y gozo. Dios nos está invitando a profundizar en nuestra dependencia y confianza en Él. Aunque por un lado estoy siendo intencional en estudiar sus atributos, pues no podemos confiar en alguien a quien no conocemos, lo que quiero compartirte en este escrito es lo que he ido aprendiendo acerca de “Confiar en Dios” basándome en la porción de Jeremías 17: 8-9 que dice: “Pero benditos son los que confían en el Señor y han hecho que el Señor sea su esperanza y confianza. Son como árboles plantados junto a la ribera de un río con raíces que se hunden en las aguas. A esos árboles no les afecta el calor ni temen los largos meses de sequía. Sus hojas están siempre verdes y nunca dejan de producir fruto.” Lo primero que quiero es ayudarte a entender el significado de la palabra confiar, y aquí te comparto un resumen de las principales definiciones que encontré.
Confiar es: ⁃ Esperar con firmeza que algo suceda o que alguien haga algo. ⁃ Encargar algo a alguien; ponerlo bajo su cuidado. ⁃ Tener seguridad y esperanza en alguien. ⁃ Descansar en alguien. ⁃ Sincerarse con alguien. ⁃ Entregar la responsabilidad a alguien de una situación o cosa. Entonces, partiendo de lo anterior puedo asumir que confiar en Dios implica que: ⁃ Debo ESPERAR afirmada en Su Palabra, aquello que Dios hará en mi vida a través de esta crisis. ⁃ Debo RENDIRLE por completo mi realidad actual y ponerla bajo Su cuidado. ⁃ Debo escoger CREER que Él es el lugar seguro y la esperanza de mi futuro, no importa cómo luzca el presente. ⁃ Debo tomar la decisión de OCUPARME de lo que me corresponde con diligencia y el resto DEJARLO BAJO SU CONTROL, lo cual me traerá descanso. ⁃ Debo abrirle mi corazón y SINCERARME cuando sienta miedo, sin creer que lo defraudo por eso. ⁃ Debo creer que cualquier cosa que acontezca está bajo su RESPONSABILIDAD, pues no hay nada más perfecto que su SOBERANIA la cual rige todo lo creado. Saber que Dios llama benditos, bienaventurados, dichosos y felices a aquellos que confían en Él me alienta a hacerlo, pues quiero ser esa mujer que se ríe de lo porvenir al sentirse confiada por ser una hija amada y escogida de un Dios Poderoso y Fiel. Casi finalizando quiero mencionar algo más que llamó poderosamente mi atención acerca del pasaje de Jeremías 17, y es que somos exhortadas no solo a confiar en lo que Dios pueda hacer en general, sino que es necesario que confiemos en lo que él puede y quiere hacer en nuestras vidas de manera particular.
Años atrás escuché a un pastor usar el siguiente ejemplo, el cual me ayudó a entender con claridad lo que Dios quería decirnos a través de este pasaje: Si yo te preguntara si confías en un determinado doctor y me respondes que si, pues has escuchado que es de los mejores, esto quiere decir que crees en la reputación que tiene y por eso incluso lo recomiendas. Pero si te preguntara si él es tu médico, y me dices que no, que preferiste a otro, esto quiere decir que a pesar de lo que has escuchado de él, no depositaste tu caso en sus manos, porque no crees o confías en que pueda ayudarte. Esto es precisamente lo que muchas veces nos pasa con respecto a Dios, creemos firmemente en que Él es poderoso y puede obrar, pero en la vida de otros, no en la nuestra. Es decir que no hemos depositado nuestra confianza en Él (V.8b).
Mis hermanas, es tiempo de creer, esperar con una fe expectante, lo que Dios hará no solo en el mundo, en sus escogidos, sino también en tu vida de manera individual. Miremos al futuro con esperanza y con una sonrisa, pues nos dice en su Palabra que, si confiamos, seremos prosperadas aún en medio de la crisis y la escasez. Afirma que seremos como esos árboles sembrados cerca de las corrientes, los cuales se mantienen verdes con un hermoso follaje y dan sus frutos en el tiempo preciso, aunque haya una larga sequía. Es tiempo de salir de nuestra zona de confort y retarnos a confiar en Dios quien nos ha dejado múltiples promesas en las cuales podemos descansar. ¡Es tiempo de confiar en Dios con todo el corazón! “El Señor es mi fortaleza y mi escudo; confío en él con todo mi corazón. Me da su ayuda y mi corazón se llena de alegría; prorrumpo en canciones de acción de gracias.” Salmo 28:7