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Caminando por fe y no por vista, guiadas por la verdad y no los sentimientos

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En la actualidad estamos en medio de una pandemia, y el título de este artículo podría parecer contradictorio ahora mismo. Durante poco más de un año hemos experimentado sentimientos tan profundos y prolongados, nuestros ojos han sido testigos de tanto dolor. Pero el dolor es una promesa que nos lleva a enfocarnos en una perspectiva por encima del sol, que nos recuerda que somos peregrinas y extranjeras en esta tierra. En la actualidad caminamos por senderos inciertos y debemos luchar constantemente para no ser guiadas a través de una montaña rusa, sino de un Camino preparado en amor para nosotras.

Nos regocijamos en el hecho que Dios conoce nuestros sentimientos dados por Él. Nos regocijamos en que la Biblia es un libro rico en emociones conocidas por nosotras como: confusión, gozo, envidia, paz, temor, indignación, ansiedad, amor, ira, dolor, alegría, tristeza, frustración, etc. Sin embargo, los sentimientos no son indicadores confiables de la verdad. Nuestros pensamientos afectan nuestras emociones, en la mayoría de los casos tenemos elección de cómo nos sentimos. Por esa razón debemos aprender a evaluar nuestras emociones, conocer cuáles traen honor a Dios, cuáles son saludables y cuáles no.

Los sentimientos son útiles si respondemos con ellos a las verdades que conocemos. Dios nos hizo diferentes y es posible que algunas de nosotras vivimos nuestras emociones a flor de piel o que tendamos a reprimirlas. En todos los casos luchamos con ciertas emociones para aprender a responder a ellas con la Verdad, no dejando dominarnos por ellas sino aprendiendo a manejar esas señales, ya sea comunicándolas, buscando consejo o tomando responsabilidad. No quisiera dejar de mencionar que podemos experimentar algunas emociones que sean crónicas, recurrentes o persistentes. Estas pueden ser evidencia de mentiras que estamos creyendo, o una oportunidad para que nuestros balances orgánicos sean evaluados; recordando siempre que estamos en un cuerpo caído que también tiene órganos caídos que se enferman o necesitan ayuda profesional.

Podríamos argumentar que ahora mismo nuestro instinto natural es ser guiadas por lo que vemos y sentimos para poder sobrellevar esta situación. Pero gracias a Dios, que el Evangelio de Cristo no está fundamentado en nuestros sentimientos sino en La Verdad por medio de la fe y no por medio de la observación física.

 ¿Dónde está puesta tu fe? 
¿Está en lo que sientes, o ves, en recuerdos, planes, recursos…?

La fe es un don de Dios. Un fruto de Su Espíritu es garantía de que existe un hogar celestial. Oremos para que el Señor nos conceda abundar en fe y permanecer firmes, confiadas en el futuro en medio de estos tiempos, con certeza de lo que nos espera, de lo que aún no vemos. (2 Corintios 8 :7  Hebreos 11:11 Pedro 1:8)

Nuestra fe es una herencia de promesas para todo el que cree en el autor y consumador, Jesucristo. (Gal 3:14, Ef 1:13, Gal 3:22, Hechos 26:18, Romanos 5:2). Nuestra fe es probada en aflicción. (1 P 1:6 -7 , 2 Cor 13:5) La fe nos da el ánimo de vivir gozosas y confiadas (2 Corintios 5:7)  ¿Es posible sentir temor con seguridad? ¡Si! Un temor reverente.  Cuando miramos la vida con los ojos de la fe le estamos recordando a nuestra alma que Dios es quien está en control; no el viento, el mar, las olas, la oscuridad… Solo Dios en Su trono. La confianza en Dios es invisible a los ojos, pero es visible en nuestra forma de vida, en la manera en que respondemos ante las circunstancias de este mundo.  (Romanos 8:23-25)

Si nuestra fe reposa en la piedra probada, angular, preciosa, fundamental, no seremos perturbadas ni avergonzadas.  Al contrario, daremos frutos de confianza, esperanza, gozo, valentía, paciencia. (Isaías 28: 16, 1 Pedro 2: 6)

Nuestro Buen Padre se deleita en guiarnos por medio de Su Espíritu a La verdad, a Él mismo. Se agrada en santificarnos por medio de Su Palabra, renovando nuestra mente. (Juan 14:6, Juan 17:17, Juan 16:13, Sal 32:8, Sal 43:3, Isa 30:21, Prov 3:6) Sus promesas son mucho mayores que las recompensas y los éxitos de este mundo. La tierra pasará, Su palabra No. La fe inquebrantable es más sólida a través de una perspectiva eterna. Y por el gozo de nuestra salvación podemos afirmar:

“Puedo estar gozosa, aunque…”
“Tengo una vida buena a pesar de…”
“Dios me da Su paz, incluso mientras…”