Conversaba yo hace algunos días con una amiga acerca del temperamento de alguien ella me decía: «es que esa persona no tiene prudencia, por eso se crea tantos problemas». Al momento me quedé algo pensativa, pero luego le dije: ¿sabes qué? La prudencia es una virtud poco común. Nadie puede tenerla sino la cultiva porque nadie nace con ella.
La prudencia amiga mía, se perdió en el jardín del Edén. Ella me miró un poco asombrada mientras yo continuaba hablando: «La prudencia es la capacidad que tiene el ser humano para discernir entre lo apropiado y lo inapropiado» y para poder discernirhay que tener sabiduría. ¿Sabes cuál es la fuente de la sabiduría? DIOS.
En el Edén, en el momento en que Adán y Eva desobedecieron, se despegaron de Dios, y lógicamente se le fue la sabiduría. Al irse la sabiduría, se le fue la prudencia porque la sabiduría y la prudencia viven juntas. Proverbios 8:12 dice: «Yo, la sabiduría habito con la prudencia. Como habitan juntas se fueron juntas. De modo que ese problema de la falta de prudencia viene desde allá. ¿Qué le pasa a una plancha cuando la desconectas? Que comienza a enfriarse hasta que se apaga… Bueno; pues eso fue lo que le pasó a la pobre Eva. Al quedar desconectada de la sabiduría se fue quedando también sin prudencia.
Ese es uno de los grandes males sociales; que desde entonces la mujer ha vivido en un eterno despropósito queriendo asumir un rol diferente al que Dios le confirió. Con el paso de los años, la mujer, comprando las mentiras que le vende la cultura se ha ido convirtiendo en una mujer moderna, intelectual, libre, que solo se siente bien si no tiene que rendirle cuentas a nadie, y que se cree más valorada si está compitiendo con el marido. Por eso, nuestra amiga es así.
Esa revolución que se inició en el Edén, alimentada por el feminismo es lo que estamos viviendo: mujeres que no modelan ni cultivan las virtudes en el hogar. Claro que no hablamos de todas, pero una gran mayoría mantiene ese comportamiento. Uno de los logros del movimiento feminista es enseñar a la mujer a empoderarse, a ser proactiva. Pero ¿conoces tú la definición de mujer proactiva? Escucha: «una mujer proactiva es aquella que «es libre ejecutora de su conducta; la que tiene una actitud que la anticipa y la lleva a la acción, no esperando que los eventos ocurran, sino haciendo que sucedan». O sea que la mujer proactiva es la que no se pone límites, la libre, y la que trata de que lo que ella quiere, ocurra sin pensar en las consecuencias. Esa es la mujer a la que hoy se le considera exitosa.
Decía John Adams, el segundo presidente de los Estados Unidos que «el comportamiento de la mujer es el barómetro más infalible para determinar el grado de moralidad y virtud de una nación». Claro, porque Dios diseñó a la mujer para que fuera el eje alrededor del cual girara la familia, y como van las familias así van las naciones.
Pero, vamos a ver lo más importante: la opinión de Dios. En (Tito 2:5) dice que las mujeres debemos ser prudentes, puras, hacendosas en el hogar, amables y sujetas a nuestros maridos para que la Palabra de Dios no sea blasfemada ¿Escuchaste cual es el objetivo? Que por nuestra conducta la Palabra de Dios sea enaltecida; que no sea blasfemada.
Y con relación a la amiga de que hablábamos, le añadí: yo creo que lo peor es que a ella le falta también paciencia, porque la paciencia es un rasgo de la personalidad prudente, y claro, si no tienes una cosa tampoco puedes tener la otra.
La paciencia en este tiempo se ve como algo pasado de moda, como una actitud que estaba bien para nuestras abuelas, pero no para la gente joven, porque la mujer proactiva tiene que actuar rápido, aquí y ahora. Tiene que hacerse sentir dondequiera que esté y actuar porque si no queda descalificada. No puede esperar el tiempo de Dios.
Sin embargo, la Biblia habla de la paciencia como parte del fruto del Espíritu Santo. De modo, que no se concibe una mujer que se llame cristiana y no practique la paciencia. La paciencia sabe esperar, sabe sufrir con fortaleza, sabe apoyarse en Dios. Tal como decía el Salmista: «Al Señor esperé pacientemente, y El se inclinó a mí y oyó mi clamor…» (Salmos 40:1-8).
Jesús fue paciente con los que le insultaron (Marcos 15:29-32), y fue paciente hasta con los que le crucificaron (Lucas 23:24). Jesús es nuestro modelo para seguir. Dios quiere que seamos del mismo sentir que tuvo Cristo Jesús (Filipenses 2:2)
¿Te imaginas que hubiera sido de nosotras si Dios no nos tratara con paciencia? …
A ti, hermana que estás leyendo estas palabras, te digo: practica la paciencia; practica la prudencia. Ya sabes, no nacimos pacientes, no nacimos prudentes, y conoces la razón, pero con propósito, esfuerzo y valentía puedes lograrlo. Es posible que al principio te sea un poco cuesta arriba y de vez en cuando te resistas y te salgas del sendero, pero continúa, aunque sea paso a paso. Dios no deja en el camino a los que intentan seguirle.
Decía Agustín de Hipona que «es mil veces mejor cojear por el trayecto que te asegure la meta, que correr a toda velocidad alejándose de ella.” Olvídate de Eva. Ya eres una mujer redimida. Que tu meta sea: ser una mujer paciente y prudente, de modo que por tu conducta muchos quieran conocer al Dios en quien tú crees.
Que El sea tu guía en este aprendizaje.
Este artículo es material producido y creado por el equipo del ministerio de mujeres de la Iglesia Bautista Internacional, Ministerio Ezer.