Inicio Sermones Ocasiones Especiales El Dios detrás de Daniel

El Dios detrás de Daniel

22300
0

Este domingo, el pastor Joan Veloz predicó el sermón El Dios detrás de Daniel basado en Daniel 6.

En el momento donde inicia el texto, el imperio de los medios y los persa invadieron Babilonia y mataron al rey. Daniel 6:1-3 dice que el rey nuevo, Dario, tenía una nueva estrategia para gobernar: iba a constituir “ciento veinte sátrapas (o lideres) que gobernasen en todo el reino. Y sobre ellos tres gobernadores,” a quienes estos lideres debían reportarse. Un hombre sabio y valiente llamado Daniel, quien fue usado en el gobierno pasado por Dios para revelar Su voluntad a través de sueños y visiones, fue declarado como uno de estos líderes gubernamentales. La caída de la gran babilonia no cambió los planes de Dios para Su pueblo ya que vemos como Daniel se desplazó a través del ir y venir de las naciones. Daniel no es ya el tercer hombre al mando como lo era en el gobierno pasado pero era un hombre con gran autoridad bajo el reinado de este nuevo rey (Daniel 6:2). 

¿Qué había detrás de Daniel que le hacía sobresalir? Su sabiduría, inteligencia y experiencia—ya que tenía tenía entre 80 y 90 años de edad—, y su valor como estadista. Sin embargo, se destacaba más que nada porque poseía un Espíritu extraordinario; Daniel siempre se comportaba y actuaba de una manera digna ya que él conocía a Dios de manera personal y tenia un conocimiento real de Su carácter.

Daniel prosperó por encima de los demás y esto trajo ira, enojo y envidia. “Entonces los funcionarios y sátrapas buscaron un motivo para acusar a Daniel con respecto a los asuntos del reino; pero no pudieron encontrar ningún motivo de acusación ni evidencia alguna de corrupción, por cuanto él era fiel, y ninguna negligencia ni corrupción podía hallarse en él.” (v.4) Es sorprendente cómo cuando Dios eleva a alguien, los corazones de otras personas se le pueden llenar de celos, inclusive cuando ese individuo no les ha hecho nada para dañarlos. ¿Cómo podía alguien despreciar a un hombre como este?

Dios permite las oposiciones y las aflicciones en la vida de los suyos con el propósito de ser exaltado. Nada de lo que le pasa al creyente es fortuito—estas cosas ocurren para mostrar que Dios es quien se encarga de fortalecer, defender y preservar a aquellos que son suyos. 

Entonces, los lideres y jefes del reino sintieron celo contra Daniel y buscaron un motivo para poder acusarle y sacarlo del camino… pero no encontraron nada (Daniel 6:4). Entonces dijeron: No encontraremos motivo de acusación contra este Daniel a menos que encontremos algo en relación con la ley de su Dios (Daniel 6:5). Este verso nos habla claramente de quién Daniel era. Cuando tus enemigos no puedan encontrar nada en tu contra más que el hecho de que estas absolutamente entregado a tu Dios, entonces estas siendo realmente fiel a Él. 

Es un hecho de la vida que nunca se sabe cuándo uno pasará por una prueba. Pero también es cierto que la integridad brilla más en el contexto de la adversidad. Una persona íntegra es impecable; él o ella defiende los principios sin importar las consecuencias. Daniel estaba ahora en esta posición en medio de una trama diabólica, todo por haber mantenido su integridad. 

“Estos funcionarios y sátrapas, de común acuerdo, fueron entonces al rey y le dijeron así: ¡Rey Darío, vive para siempre! Todos los funcionarios del reino, prefectos, sátrapas, altos oficiales y gobernadores, han acordado que el rey promulgue un edicto.” (v.6-7)No es verdad que TODOS los funcionarios del reino estaban de acuerdo, por ejemplo, Daniel no estaba allí y seguro que habían otros hombres íntegros que no estarían de acuerdo con lo que ellos querían proponer. Aún así dicen que TODOS “han acordado que el rey promulgue un edicto y ponga en vigor el mandato de que cualquiera que en el término de treinta días haga petición a cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones.”

Es probable que Darío se sintió halagado; cuando llega todo tu alto mando político y te dice que quieren que tu seas su Dios, es difícil para un incrédulo resistirse. Entonces, cuando ellos vienen donde él y le piden que se constituya Dios sobre ellos promulgando una ley que no podía ser revocada (Daniel 6:8), ¿que hizo el rey? En el versículo 9 vemos la respuesta: “Por tanto, el rey Darío firmó el documento, esto es, el mandato.”

Ahora, ¿qué hizo Daniel al enterarse de esto? “Cuando Daniel supo que había sido firmado el documento, entró en su casa (en su aposento superior tenía ventanas abiertas en dirección a Jerusalén), y como lo solía hacer antes, continuó arrodillándose tres veces al día, orando y dando gracias delante de su Dios.” (v.10) Al enterarse de esta nueva ley, Daniel no salió corriendo a donde el Rey a cuestionarlo ni movió sus influencias. Desde que se enteró, hizo lo que siempre hacia: entró en su casa, con TODAS SUS VENTANAS ABIERTAS a orar al Señor, a clamar a Él, no con quejas ni reproches, sino con acciones de gracias. 

¿Reaccionaríamos nosotros de esta manera? Para nosotros poder actuar así, necesitamos conocer a Dios, Su carácter y Su poder. Mi reacción natural es el temor, la angustia, la ansiedad y la inseguridad. Pero cuando conozco a Dios y Su perfecto amor, el temor, las dudas, las ansiedades son disipados por Su amor. 1 Juan 4:18 dice, “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor.”No hay duda que Daniel conocía el amor del Dios que estaba detrás de él. Lamentaciones 3:38 dice, “¿No salen de la boca del Altísimo tanto el mal como el bien?”Daniel conocía a Dios y sabía que Él es soberano sobre Su creación, que controla y gobierna todo cuando existe y que ni una hoja cae sin Su consentimiento. 

Cuando yo puedo conciliar el amor de Dios con su soberanía yo encuentro paz, y en medio de la peor amenaza puedo estar confiado. Cuando conozco a Dios, no importa si estoy viviendo tiempos de escasez, abandono, enfermedad, persecución o muerte, yo se que Él esta por mí y conmigo. Si Él ha permitido esta situación en mi vida, Él me sostendrá. 

Dice el texto que Daniel tenia la costumbre de orar tres veces al día, probablemente utilizando el modelo establecido originalmente por David en el Salmo 55: “Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré.” El Yeni era un patrón de oración que nada lo iba a cambiar, entonces Daniel entra a su casa y  subió a un aposento alto a orar, con su rostro hacia Jerusalén porque allí estaba el anhelo de su corazón, el pueblo y la ciudad de Dios. 

¿Debía Daniel obedecer está ley? ¿No estaba pecando él al violentar este mandato? La respuesta a esa pregunta es: absolutamente NO. Los hombres pueden hacer sus leyes pero cuando estas interfieren y violan las reglas que Dios establece, debemos obedecer a Dios antes que a los hombres (Hechos 5:29).

Ahora, ¿no podía haber sido un poco más discreto? ¿No podía haber cerrado la ventana? ¿O no pudo haber orado mientras que estaba de pie y caminaba para no haber sido tan visible? ¡No! Daniel sabía que cuando cedemos a la presión de los hombres por temor estamos dejando ver grietas en nuestro carácter. Él era un hombre de integridad y todo lo que hacía, lo hacía por convicción, no por temor.

“Entonces estos hombres, de común acuerdo, fueron y encontraron a Daniel orando y suplicando delante de su Dios; por lo cual se presentaron ante el rey y le hablaron tocante al mandato real” (v.11-12)La operación captura estaba en proceso; el plan había salido como lo habían determinado. Daniel no iba a dejar de clamar a su Dios, ellos lo encuentran y traen queja delante el rey. Ahora Dario, quien se había convertido en “dios” se da cuenta de la trama. Probablemente se avergüenza de haberse dejado engañar tan tontamente y se entristece de que su orgullo le haya llevado a estar en esta posición (Daniel 6:14). 

El rey no simplemente se molesto o avergonzó, sino que se afligió en gran manera. Su corazón estaba destrozado “y se propuso librar a Daniel; y hasta la puesta del sol estuvo buscando la manera de librarlo.” (v.14) Esa noche, el rey no durmió; probablemente reunió a todos sus asesores y eruditos legales para encontrar una brecha jurídica, pero técnicamente, no había salida. La ley de los Medos y Persas era clara, luego de una ley ser promulgada no podía derogarse. Daniel estaba condenado a morir y el rey lo sabia. 

Llama mucho la atención que, en medio de este conflicto, Daniel no se defiende; nunca se ocupa de su propia causa. Muy similar a nuestro Señor Jesucristo, que estuvo en silencio delante de sus acusadores y no abrió Su boca. Daniel sabía que quién podía defenderlo ya conocía su caso, por lo cual no había palabras que decir, solo quedaba esperar. 

“Entonces aquellos hombres vinieron de común acuerdo al rey y le dijeron: Reconoce, oh rey, que es ley de los medos y persas que ningún mandato o edicto que el rey establezca, puede ser revocado. El rey entonces dio órdenes que trajeran a Daniel y lo echaran en el foso de los leones.” (v.15-16) La decisión esta tomada y con dolor en su corazón, el rey da ordenes de que Daniel cumpla su pena de muerta. No sabemos cuántos leones habían dentro de la fosa pero no eran tan sólo uno o dos leones. Deben haber sido muchos leones porque cuando llegamos al final del capítulo y vemos como aquellos que planificaron este mal contra Daniel son arrojados al foso junto a sus familias y todos son devorados antes de llegar al fondo.

El Rey da la orden de echar a Daniel al foso no sin antes expresar una de las más poderosas declaraciones de todo este relato. “El rey habló a Daniel y le dijo: Tu Dios, a quien sirves con perseverancia, El te librará.” (v.16) Cuando leemos esta declaración, podemos ver al Dios detrás de Daniel—un Dios que era real para él, un Dios a quien él no solo servia sino de quien hablaba con perseverancia. Hermanos, nuestra vida consiste en conocer a Dios y en darle a conocer a otros (Juan 17:3). El conocimiento que tenemos de Dios afecta directamente todas las áreas de mi vida y la verdad es que en medio de las aflicciones de la vida diaria, se muestra realmente que tanto conocemos o no acerca de Dios. 

Daniel es echado al foso sin pronunciar una palabra y un rey pagano que ha sido instruido por él es quien trae palabras de esperanza y aliento. El foso es cerrado y marcado. Daniel esta dentro con mucho leones y el rey no puede contener su dolor y se va al palacio. Esa noche no hubo entretenimiento, ni siquiera comida; el rey se paso toda la noche angustiado (Daniel 6:17-18).

“Entonces el rey se levantó al amanecer, al rayar el alba, y fue a toda prisa al foso de los leones. Y acercándose al foso, gritó a Daniel con voz angustiada. El rey habló a Daniel y le dijo: Daniel, siervo del Dios viviente, tu Dios, a quien sirves con perseverancia, ¿te ha podido librar de los leones?” (v.19-20) Es probable que a estas alturas, el rey ya había creído que el Dios de Daniel era el Dios viviente o al menos ya lo estaba considerando como tal. “Entonces Daniel respondió al rey: Oh rey, vive para siempre.”(v.21) Daniel esta en un foso oscuro, rodeado de leones hambrientos y cuando ve al rey, cumple con sus formalidades. Increíble.

Daniel continuó diciendo, “Mi Dios envió su ángel, que cerró la boca de los leones, y no me han hecho daño alguno porque fui hallado inocente ante El; y tampoco ante ti, oh rey, he cometido crimen alguno.” (v.22) ¿Cómo sabemos que él era inocente? Porque Dios tuvo la oportunidad perfecta para castigarlo y no lo hizo. Entonces el rey se alegró, sacaron a Daniel del foso y lo encontraron sin una lesión (Daniel 6:23). Daniel había creído en en la bondad de Dios para su vida; había confiado en Él. Por eso nunca abrió su boca, por eso espero silenciosamente para ver la justicia de Dios. Sin embargo, no siempre sucede de este modo, Isaías también creyó en Dios, pero fue cortado por la mitad; Pablo también creyó en Dios y le cortaron la cabeza; Pedro creyó en Dios y fue crucificado boca abajo. 

Creer en Dios no significaba que los leones no lo iban a comer; era aceptar la voluntad de Dios. Si es vivir, vivir; si es morir, morir. Sea cual sea el caso, nunca seremos derrotados, porque estamos en medio de su voluntad. 

“El rey dio órdenes que trajeran a aquellos hombres que habían acusado falsamente a Daniel, y que los echaran, a ellos, a sus hijos y a sus mujeres en el foso de los leones. No habían llegado aún al fondo del foso, cuando ya los leones se habían apoderado de ellos y triturado todos sus huesos.”(v.24)Este texto esta aquí para recordarnos dos cosas: 

  1. Dios es quién se encarga de defender a los suyos. 
  2. Los leones sí tenían hambre ya que fueron capaces de triturar los huesos de una gran multitud antes de llegar al suelo. 

Hermanos, esta historia de Daniel nos enseña como un hombre afectó a todo un imperio que ahora estaba bajo el decreto de temblar y temor al Dios de Daniel. No se necesitaron muchas personas; tan sólo se necesitó una apropiada, que con su manera de vivir pudo mostrar la grandeza de nuestro Dios.

¿Quieres vivir y ser fiel como Daniel? Conócele, adolórale y sírvele con perseverancia de manera que otros puedan ver y conocer al Dios bueno que te ama—aquel que se clavo en una cruz por tus pecados, te sostiene y sostendrá en todo tiempo, y es Señor y rey de todos y todo.

Artículo anteriorEl atardecer de David
Artículo siguienteEl hombre y su resistencia a Dios
Conoció la gracia de Dios y fue llamado a salvación en la IBI en el año 2005. Desde su conversión sintió un profundo deseo de servir al Señor impactando e instruyendo a los jóvenes y las familias de la iglesia. Actualmente se desempeña como Coordinador de los Grupos Pequeños de la IBI e iniciativas de discipulado y membresía. Su pasión es dar a conocer al Señor Jesucristo y ver crecer la Iglesia para la gloria de Dios. Él es graduado en Derecho y tiene una Maestría en Gerencia y Productividad con Especialidad en Alta Gestión Empresarial. En la actualidad tiene un cargo directivo en una empresa farmacéutica. Joan es graduado de la primera promoción del Instituto Integridad & Sabiduría. Recientemente tuvo el privilegio de graduarse y completar una Maestría en Estudios Teológicos (MATS) en el Seminario Teológico Bautista del Sur y una Maestría en Divinidad (MDiv) en la misma institución. Está casado desde el 2009 con Michelle Suzaña y juntos tienen tres hijos: Daniella, Camila y Miguel Andrés.