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El propósito de Dios prevalecerá

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Este domingo, el pastor Miguel Núñez predicó el sermón El propósito de Dios prevalecerá basado en Hechos23:11-34.

“A la noche siguiente se le apareció el Señor y le dijo: Ten ánimo, porque como has testificado fielmente de mi causa en Jerusalén, así has de testificar también en Roma.” (Hechos 23:11)

En Hechos 23:11, Cristo le prometió a Pablo precisamente lo que vemos en el pasaje que estaremos analizando hoy. Los judíos habían tratado de matar a Pablo en un par de ocasiones y Pablo fue rescatado de sus manos por parte de un comandante romano que ni siquiera conocía a Pablo. Ahora, en Hechos 23:12-13, vemos a mas de 40 judíos radicales que “se comprometieron bajo juramento” a matar a Pablo y prometieron ayunar hasta que Pablo esté muerto. Ellos fueron donde los principales sacerdotes y los ancianos y le informaron de su compromiso bajo juramento. Estos líderes religiosos dieron la aprobación para matar a un hombre inocente, como eventualmente hicieron con Cristo (Hechos 23:15-20).

Las fuerzas de las tinieblas siempre usan la mentira y la trama para llevar a cabo sus planes, como vemos en el versículo 15: “Ahora pues, vosotros y el concilio, avisad al comandante para que lo haga comparecer ante vosotros, como si quisierais hacer una investigación más minuciosa para resolver su caso; nosotros por nuestra parte estamos listos para matarlo antes de que llegue.” Esta petición que el concilio religioso le hizo al comandante de traer a Pablo a ellos para hacer una investigación más minuciosa de su caso parecía piadosa pero la motivación oculta, era perversa. Cada vez que vemos la combinación de un lenguaje piadoso con una acción malvada, podemos tener por seguro que viene de parte de Satanás, tal y como lo fue en el jardín del Edén.

En este punto, Dios pudo haberle dicho a Pablo que esa conspiración iba a cooperar para bien, pero no lo hizo. Ya Cristo le había dado Su garantía cuando se le apareció; ahora le tocaba a Pablo confiar. En múltiples ocasiones parecería como que el reino de las tinieblas está ganando la batalla, así cómo ocurrió ese viernes en la noche cuando Cristo fue crucificado. Pero el domingo en la mañana apareció la tumba vacía con la declaración de que el cordero que había sido inmolado pasaría a ser el León de la tribu de Judá que rugiría desde Su trono. Como no conocemos ni controlamos el futuro, Dios quiso dejarnos saber que todas las cosas, las buenas, las malas y las peores, cooperan para bien para aquellos que aman a Dios y son llamados de acuerdo con sus propósitos (Romanos 8:28-29). Dios ha puesto Su soberanía junto con Su amor al servicio de Sus propósitos en favor de aquellos a quienes Él compró en la cruz.

Prestemos atención a lo que está ocurriendo en Hechos 23:16-21. El sobrino de Pablo, por la soberanía de Dios, se enteró de lo que estos hombres estaban tramando en secreto; fue colocado allí por Dios en el momento preciso y en el lugar preciso. Este sobrino va al cuartel, se mete de alguna forma y Pablo, el prisionero, llama a uno de los centuriones y le dice que llevara a su sobrino al comandante porque tenía algo que decirle. El centurión obedece a Pablo y lo lleva. ¿Desde cuando un prisionero le da órdenes que son obedecidas a un soldado? Nunca a menos que Dios esté involucrado. Dios domina toda Su creación; no solo la gobierna, la domina.

El comandante no conocía a Pablo hasta que su vida corrió peligro y el comandante lo llevó al cuartel y tampoco conocía a este joven sobrino. El comandante no sabía si el sobrino de Pablo estaba diciendo la verdad o no. Pero como Dios estaba ahí, el comandante creyó la versión del hijo de la hermana de Pablo. Otra vez vemos como Dios hace que todas las cosas cooperen para bien. En este caso, Dios conectó al hijo de la hermana de Pablo, al centurión y al comandante…

Hechos 23:22-24 dice, “Entonces el comandante dejó ir al joven, encomendándole: No digas a nadie que me has informado de estas cosas. Y llamando a dos de los centuriones, dijo: Preparad doscientos soldados para la hora tercera de la noche, con setenta jinetes y doscientos lanceros, para que vayan a Cesarea. Debían preparar también cabalgaduras para Pablo, y llevarlo a salvo al gobernador Félix.”

Ahora el comandante se toma el caso para él y dispuso 470 hombres para cuidar a un solo hombre que él apenas había conocido un par de días antes. 470 contra unos 40 hombres; eso era el 80% de los soldados de Jerusalén para proteger a un hombre prácticamente desconocido. ¿Cómo explicamos eso? Porque el propósito de Dios prevalecerá, aún si el infierno entero se dispone a impedirlo (Salmo 118:6-9). Pablo fue a caballo—el versículo 24 dice que prepararon cabalgaduras para el solo. Esa noche Pablo llega a Cesarea no luciendo como un prisionero, sino como un rey acompañado de casi 500 soldados.

Leamos el resto de la historia de Hechos 23:25-33: “Y el comandante escribió una carta en estos términos: Claudio Lisias, al excelentísimo gobernador Félix: Salud. Cuando este hombre fue arrestado por los judíos, y estaba a punto de ser muerto por ellos, al saber que era romano, fui con las tropas y lo rescaté. Y queriendo cerciorarme de la causa por la cual lo acusaban, lo llevé a su concilio y hallé que lo acusaban sobre cuestiones de su ley, pero no de ningún cargo que mereciera muerte o prisión. Cuando se me informó de que había una conjura en contra del hombre, te lo envié enseguida, instruyendo también a sus acusadores que presenten los cargos contra él delante de ti. Así que los soldados, de acuerdo con las órdenes que tenían, tomaron a Pablo y lo llevaron de noche a Antípatris. Y al día siguiente regresaron al cuartel dejando que los de a caballo siguieran con él, los cuales, después de llegar a Cesarea y de entregar la carta al gobernador, le presentaron también a Pablo.”

Pablo había llegado a puerto seguro en manos de los soldados romanos. En el libro de los Hechos, la gran mayoría que los oficiales romanos no le hicieron oposición al cristianismo; la oposición fue hecha por las autoridades judías o religiosas que constantemente invocaban el nombre de Dios. Específicamente en Jerusalén, las autoridades judías querían quitarle la vida a Pablo. Pero el propósito de Dios prevaleció.

Finalmente, la historia termina de esta manera, “Cuando el gobernador la leyó, preguntó de qué provincia era; y al enterarse de que era de Cilicia, dijo: Te oiré cuando estén presentes también tus acusadores. Y mandó que lo guardaran en el Pretorio de Herodes.” (Hechos 23:34-35).

Esta historia que leímos hoy muestra claramente la armonía del amor de Dios por los suyos, el uso de Su poder para hacer que Su propósito prevalezca, el ejercicio de Su soberanía sobre toda la creación y la orquestación de los eventos de la historia para que todo coopere para el bien de aquellos que aman a Dios y son llamados conforme a Su propósito.