El domingo pasado, el pastor Miguel Núñez predicó el sermón El Evangelio alborota a unos y hace sedientos a otros (Parte II) el cual forma parte de la serie Hasta los confines de la tierra basado en Hechos 17:1-15.
Uno de los grandes males que siempre ha afectado iglesia es la falta de hambre por la Palabra, un hambre que es cultivada por la misma Palabra. Dios había intentado causar hambre por la Palabra en el pueblo hebreo de múltiples maneras y finalmente lo hizo, haciéndolos pasar hambre para llamar su atención a lo que realmente es prioritario. Hoy en día, la situación no es diferente; existe una gran ignorancia entre personas que confiesan ser cristianos profesantes.
En el mensaje anterior vimos el alboroto que causó la predicación del Evangelio en la ciudad de Tesalónica. Allí, Pablo tuvo la oportunidad de predicar, lo cual causó celos de parte de algunos judíos quienes organizaron una turba, alborotando la ciudad. Es en este punto es donde estamos retomando el texto del libro de los Hechos para ver lo que el Evangelio produjo en la próxima ciudad, Berea (Hechos 17:10-15).
Una vez mas, Pablo comenzó su tarea de evangelización en una sinagoga. Esta era la estrategia de Pablo: predicar primero a los judíos en las sinagogas y luego a los gentiles en cualquier otro lugar que fuera posible. Los judíos de Berea tenían una actitud diferente a los demás judíos que Pablo había encontrado en su camino; recibieron la Palabra, escudriñaron las Escrituras y la (Hechos 17:11-12). Los bereanos tuvieron una disposición de espíritu extraordinaria. No eran fácil de engañar; tenían un deseo de escudriñar el Antiguo Testamento para ver si lo que Pablo enseñaba era congruente con lo que hoy nosotros conocemos como el Nuevo Testamento. Si los bereanos, no hubiesen creído en la autoridad del A.T., no lo hubiesen usado como medida de comparación para juzgar las enseñanzas de Pablo. Si no hubiesen creído en su infalibilidad, no hubiesen tenido confianza para afirmar o negar las nuevas enseñanzas. Si no hubiesen creído en la claridad de las Escrituras no se hubiesen atrevido a estudiarlas por sí solos sin la ayuda de un escriba o un fariseo.
Pablo les presentó a los bereanos una nueva forma de estudiar las Escrituras: verlas todas a través de Cristo. Pablo estaba presentando el cumplimiento de las Escrituras en la persona de Jesús como el Mesías judío. Por eso decimos que la Biblia entera es Cristo-céntrica: el A.T. apuntaba al Mesías que vendría y el N.T. gira en torno al Mesías que ya vino. En vez de ser apáticos, los bereanos tenían interés en conocer este nuevo ángulo; no eran fácil de engañar, pero tampoco estaban prejuiciados para no escuchar a Pablo. Gracias a esto, muchos judíos y griegos, y mujeres y hombres bereanos de distinción luego creyeron en el Evangelio. Otra vez, Lucas nos está dejando ver de que manera los estratos sociales de poder y de influencia: fueron poco a poco alcanzados y eso es lo que hace que la sociedad cambie. En el siglo I, el Evangelio llegó a alcanzar a la gente que creaba opinión en ese entonces.
Ahora detengámonos aquí para comparar la experiencia de Pablo en Tesalónica con lo ocurrido en Berea. Los de Berea fueron mas nobles que los de Tesalónica al recibir la Palabra de manera que, si hacemos un poco de especulación santa, se pudiese decir que el efecto en Berea fue aún mayor. Veamos algunas las cosas que Pablo dice de los tesalonicenses. En 1 Tesalonicenses 2 vemos que ellos recibieron la Palabra de Dios, no la recibieron como la Palabra de hombres, sino como lo que realmente es, la Palabra de Dios. Sin embargo, los bereanos fueron mas nobles que ellos (1 Tesalonicenses 4:1; 2 Tesalonicenses 1:3-4). Pablo sentía orgullo de los tesalonicenses, porque su fe aumentaba grandemente, su amor hacia los demás abundaba mas y mas y por su perseverancia en medio de todas las persecuciones y aflicciones que soportáis. Ese fue el efecto que el Evangelio tuvo en la iglesia de Tesalonicenses; y pensar que los de Berea fueron aún mas nobles que ellos por el hecho de que escudriñaron las Escrituras y se expusieron mas y mas a ellas.
Escudriñar la Palabra produce varios efectos. Las Escrituras y de manera particular, el Evangelio, producen y cultivan la fe. Además, revelan el carácter de Dios; revelan como Dios piensa y siente con relación a lo creado y hasta lo no creado. Las Escrituras revelan lo que a Él le agrada y desagrada; Su voluntad, Su plan de salvación y aún mas allá porque revelan como terminará la creación. La Palabra hacen sabio al sencillo (Salmos 19); a través de ellas, el hombre puede saber como evaluar la vida y como vivir la vida por encima del sol. Las Escrituras restauran el alma (Salmo 19:7), alegran el corazón (Salmo 19:7), alumbran los ojos (Salmo 19:8), proveen contentamiento, restauran al cansado, y fortalecen al entristecido. Las Escrituras proveen esperanza para el día de mañana y para el mañana en la eternidad.
Algo extraordinario estaba ocurriendo en Berea lo cual llevó a los judíos de Tesalónica a irritarse. No se sintieron satisfechos con haber provocado un alboroto en la ciudad de Tesalónica entonces bajaron a Berea para producir allí un alboroto similar. Una vez más podemos ver como el Evangelio avanzó en contra de la oposición.