Este domingo, Enrique Crespo predicó el sermón «Un padre según Dios» basado en Efesios 6:4.
Los conceptos de paternidad del mundo no son suficientes para desarrollar una buena paternidad. Lamentablemente, lo que se ve comúnmente en el presente, es ausencia, falta provisión, disciplina excesiva, falta de cariño, (etc.) en el núcleo familiar. Incluso si miramos al pasado del mundo, vemos patrones heredados de paganismo malos. Es por esto que es necesario volver al diseño original de Dios para ver como se ve una paternidad efectiva.
En Génesis 1:1-2, vemos que el mundo estaba en caos y Dios cambió esto por algo muy bueno (Génesis 31). Es decir, la institución del hombre como cabeza de la familia siempre ha sido buena, desde los principios del tiempo. Esto da esperanza ya que, sin importar el caos en el cual se encuentran muchas familias hoy en día, Dios puede hacer algo muy bueno. El ser humano fue creado para mostrar la imagen de Dios como un ser industrioso y creativo (Génesis 1:31) y glorificarlo a Él a través del núcleo familiar heterosexual (Génesis 2:21-24, Efesios 5:31-32). Dentro de la familia, el hombre tiene deberes paternales específicos que también reflejan a nuestro Señor. El padre es líder, protector, y muestra amor sacrificial (Efesios 5:23, 25-29), tal y como Dios. El instruye y educa con principios divinos (Efesios 6:4), haciéndolo el líder espiritual de su familia (Deuteronomio 6:1-9).
Ahora, ¿cómo podemos resolver la disparidad de la realidad con el diseño original? Hemos aprendido tanto del mundo de cómo hacer familia, que es difícil hacer cambios efectivos. Lo único que puede hacerlo es, primero, aceptando a Cristo como salvador y naciendo de nuevo (Lucas 11:5-13) y luego quitando viejos valores y sustituyéndolos por nuevos, tal y como dice Efesios 4:17-24:
“Esto digo, pues, y afirmo juntamente con el Señor: que ya no andéis así como andan también los gentiles, en la vanidad de su mente, entenebrecidos en su entendimiento, excluidos de la vida de Dios por causa de la ignorancia que hay en ellos, por la dureza de su corazón; y ellos, habiendo llegado a ser insensibles, se entregaron a la sensualidad para cometer con avidez toda clase de impurezas. Pero vosotros no habéis aprendido a Cristo de esta manera, si en verdad lo oísteis y habéis sido enseñados en El, conforme a la verdad que hay en Jesús, que en cuanto a vuestra anterior manera de vivir, os despojéis del viejo hombre, que se corrompe según los deseos engañosos, y que seáis renovados en el espíritu de vuestra mente, y os vistáis del nuevo hombre, el cual, en la semejanza de Dios, ha sido creado en la justicia y santidad de la verdad.”