Dado todo lo mencionada en la entrada anterior quiero sugerir varias reacciones ante el pecado:
- Reaccionemos con humildad. “Por tanto el que cree que está firme, tenga cuidado, no sea que caiga”, 1 Corintios 10:12. Nadie está exento de una caída y por tanto la caída del otro debe llevarme inmediatamente a la sobriedad al pensar: “pude haber sido yo, o aún lo puedo ser mañana”.
“Por tanto el que cree que está firme, tenga cuidado, no sea que caiga”, 1 Corintios 10:12.
- Reaccionemos con un sentido de vergüenza dolorosa. No olvidemos las palabras del Señor en Jeremías 6:15a “Ciertamente no se han avergonzado, ni aún han sabido ruborizarse”. Esta es la consecuencia del acostumbramiento al pecado. Incluso, es posible sentir con el que confiesa una especie de “vergüenza ajena” al recordar que yo tengo un llamado de identificarme con mi hermano en la fe hasta tal punto que cuando él sufre, yo sufro con él y si él es honrado, nos regocijamos con él también (1 Corintios 12:26-27). El dolor del otro debe causarme dolor porque, como bien dice Pablo en esta cita que acabamos de mencionar, somos miembros los unos de los otros. Esto es difícil de entender en Occidente por nuestro estilo de vida individualista, pero en la mente Oriental hay un mayor sentido de comunidad y de ahí que cuando Acán pecó, Dios dijo “Israel ha pecado”, en vez de “Acán ha pecado” (Josué 7:9).
El dolor del otro debe causarme dolor porque somos miembros los unos de los otros.
- Reaccionemos con cierto sentido inicial de frustración. Vemos en el apóstol Pablo esta reacción al decir, “Porque lo que hago no lo entiendo; porque no practico lo que quiero hacer sino lo que aborrezco, eso hago” (Romanos 7:15). Creo que en esas palabras hay frustración por un lado y la expresión de aborrecer aquello que no honra a Dios.
- Reaccionemos con temor y reverencia reconociendo que nuestro Dios sigue siendo un fuego consumidor (Hebreos 12:28-29).
- Reaccionemos con preocupación y aun a veces con indignación como vemos en estas palabras del apóstol Pablo en 2 Corintios 11:29 “¿Quién es débil sin que yo sea débil? ¿A quién se le hace pecar sin que yo no me preocupe intensamente?” En el original dice ¿A quien se le hace pecar sin que yo arda? Pablo quizás ardía por aquellos que servían de piedras de tropiezo; quizás ardía con vergüenza cuando su hermano pecaba, o quizás ardía con preocupación por restaurar al hermano. Todas las anteriores han sido propuestas como interpretaciones posibles al texto.
- Reaccionemos con esperanza porque como bien expresó Pablo en Romanos 7:25 que ya citamos, tenemos mucho que agradecer a Dios por Jesucristo Señor nuestro en quien encontramos perdón y el poder de la restauración para caminar en integridad otra vez.
Finalmente termino con un llamado a recobrar un sentido sano de la culpa que encuentra perdón en la cruz de Cristo; Un sentido balanceado de vergüenza en medio de una sociedad que hoy no sabe ruborizarse y el sentido del deber en medio de una sociedad y de una iglesia que trivializa la ley de Dios. Recordemos nunca enfatizar un atributo de Dios de manera desbalanceada porque es justamente el desequilibrio que nos lleva a cosechar consecuencias, todo el tiempo pensando que estábamos bíblicamente en lo correcto. El estar bíblicamente en lo correcto de manera desbalanceada nos lleva a patrones de conducta anti-bíblicos, no por una herejía sino por falta de balance.