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La osadía de la predicación

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En la continuación de  la serie Hasta Los Confines de la Tierra sobre el libro de Los Hechos, el pastor Miguel Núñez nos trae hoy el mensaje La Osadía de la Predicación, basado en Hechos 3, versículos del 12 al 26. Estos versículos narran el segundo sermón del apóstol Pedro pronunciado justo después de haber sanado junto con Juan a un cojo discapacitado que colocaban a la entrada del templo para pedir limosnas.

Recordamos que la semana pasada el mensaje fue titulado El Poder de Dios en Acción, ya que fue basado en el capítulo 3, versículos del 1 al 11, los cuales narran cuando Pedro y Juan entrando al templo para adorar al Señor, y por dirección divina obraron un milagro en este hombre cojo de nacimiento, ordenándole en el nombre de Jesús de Nazaret que se levantara. Vimos que el milagro es una señal que apunta a la majestuosidad de Jesús, por eso el apóstol Juan no utiliza la palabra milagro en su evangelio, utiliza la palabra señal. Este milagro a través de Pedro representa lo que Dios puede hacer con la humanidad que está discapacitada espiritualmente. Dios está dispuesto a cambiar nuestras vidas si lo pedimos con fe. El pueblo, al ver este milagro se maravillaba y se asombraba al ver el poder de Dios en acción, por lo que Pedro, al ver esta reacción, aprovechó y les llama la atención para ayudarlos a entender el significado del milagro, que no eran ellos los que habían hecho esto , que era únicamente por el poder de Dios.

En los versículos de hoy vemos la osadía en la predicación de Pedro por la oposición y hostilidad de los judíos, quien le muestra la enormidad de su delito, pero sin querer enojarlos ni desesperarlos. Con toda seguridad los que rechazan, rehúsan o niegan a Cristo lo hacen por ignorancia.

Pedro les hizo ver la absoluta necesidad del arrepentimiento que debe cargarse solamente en la conciencia de todos los que desean que sus pecados sean borrados y que puedan tener parte en el refrigerio que nada puede dar, sino el sentido del amor perdonador de Cristo. Aquí tenemos un discurso fuerte para advertir a los judíos las consecuencias temibles de su incredulidad, con las mismas palabras de Moisés, su profeta preferido, dado el celo fingido de quienes estaban listos para rechazar el cristianismo y tratar de destruirlo. Les hizo ver que Cristo vino al mundo a traer una bendición y envió a Su Espíritu para que fuera la gran bendición. Cristo vino a bendecirnos convirtiéndonos de nuestras iniquidades y salvándonos de nuestros pecados. Por naturaleza nosotros nos aferramos al pecado, pero el designio de la gracia divina es hacernos volver de eso para que no sólo podamos abandonarlo, sino odiarlo. Que nadie piense que puede ser feliz continuando en pecado cuando Dios declara que la bendición está en apartarse de toda la iniquidad. Que nadie piense que entiende o cree el evangelio si solo busca liberación del castigo del pecado, pero no espera felicidad al ser liberado del pecado mismo. Nadie espere ser apartado de su pecado a no ser que crea en Cristo, el Hijo de Dios, y lo reciba como sabiduría, justicia, santificación y redención.

Pedro conecta a Jesús con el pasado, les recuerda los nombres de los antepasados de los judíos, centra su sermón en Jesús. Presenta la palabra de Dios con fortaleza y confronta a los judíos reclamándoles que permitieron que Jesús fuera crucificado. Los judíos mataron al autor de la vida, al santo y Justo. 

En su sermón Pedro enfatiza la responsabilidad de este hecho y a la vez les dice que el autor del milagro que acaban de ver era precisamente al que ellos crucificaron, que no eran ellos, que ellos eran simplemente sus instrumentos y por eso los milagros y sermones se hacen invocando Su nombre, es en el nombre de Jesús. Cuando el predicador o expositor honra a Dios  con su vida y con el mensaje, Dios glorifica a Cristo a través de otorgar salvación a uno o muchos de los que escuchan. La salvación se obtiene a través de la fe que se tiene en Cristo Jesús.

Pedro no excusa el delito de permitir la crucifixión, les llama ignorantes por rechazar y negar a Jesús porque esto había sido profetizado desde el Antiguo Testamento que lo menciona a través de todos los profetas que el Cristo debía  padecer, y ellos no lo reconocieron. 

Adicionalmente Pedro  llama al arrepentimiento y conversión. El arrepentimiento es la respuesta de mi corazón a la convicción  que pone el Espíritu en mi conciencia, por lo que es un regalo de Dios. El verdadero arrepentimiento provoca un cambio de actitud y de conducta, se experimenta dolor por haber manchado el nombre de Dios, por el daño que hizo a otros. Este arrepentimiento a que llama Pedro es para que luego tengan un tiempo de refrigerio de parte de Dios.

Pedro continúa recordando lo dicho por los Profetas y Moisés. Les recuerda que Dios les prometió levantar otro profeta primero para ellos y luego para los que creen en Él, los gentiles, y ese es Jesús. Les recuerda que Moisés los sacó de la esclavitud de Egipto y Jesús nos saca de la esclavitud del pecado, Moisés los llevó a la tierra física prometida y Jesús nos lleva a la tierra espiritual prometida. 

Podemos ver que toda la biblia está centrada en Cristo, lo menciona a través de todos los profetas en el Antiguo Testamento y es el centro del Nuevo Testamento, es totalmente cristocéntrica. Y así como el pueblo judío lo rechazo, lo negó y continuó en pecado, de igual manera nosotros seguimos  en pecados, por lo que el pastor Núñez llama al arrepentimiento por la convicción de pecado.

Padre celestial, fortalece nuestra fe. Pedimos perdón por nuestros pecados y ofensas a otros, reconozco que muchas veces desobedezco Tu Palabra. Ayúdanos a que nuestro arrepentimiento sea por siempre y que podamos cambiar de actitud y comportamiento. Bendiciones.

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