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América Latina necesita ser reevangelizada: Las campañas evangelísticas y el movimiento pentecostal

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En el artículo anterior iniciamos una serie de tres entradas donde estamos analizando la historia del evangelio en Latinoamérica y su condición al día de hoy. En un primer artículo pudimos ver la llegada del evangelio a nuestro continente; en esta segunda entrada nos enfocaremos en el movimiento pentecostal y las campañas evangelísticas; en un tercer artículo entonces veremos algunas conclusiones y aplicaciones para la iglesia de hoy.

La llegada de Cristóbal Colón a América Latina trajo consigo una versión del evangelio, pero no bíblico, puesto que negaba la suficiencia de la Escrituras, la suficiencia del sacrificio en la cruz, reconocía al papa como la autoridad máxima en la tierra y como vicario de Cristo, e igualaba a la Biblia con las enseñanzas de la Iglesia Católica. Ese era y es otro evangelio, un evangelio vicario, diferente al que hemos sido enviados a predicar. Y este es el evangelio que todavía hoy es creído por el 80% de los Latinoamericanos.

Trescientos años después de la llegada de Colón, arribaron a América Latina algunos protestantes inmigrantes (no misioneros) que formaron algunas iglesias para sus propias comunidades, sin interés de alcanzar a aquellos que les rodeaban. Llamaremos a esto un evangelio privado, que por definición viola el mandato de la Gran Comisión.

Luego de esto llegó un grupo de misioneros, muchos motivados por los avivamientos que estaban ocurriendo en Europa y en los Estados Unidos. Estos misioneros, bien intencionados, fundaron diversas escuelas, hospitales y casas de publicación, pero fracasaron en cumplir con su propósito principal: la evangelización y conversión de los no creyentes. Llamaremos a esto un evangelio educacional y social, con forma de Dios, pero sin poder para convertir el corazón.

Durante esos años el verdadero evangelio fue escuchado aquí y allí, pero no lo suficiente para evangelizar las naciones y no ser diluido o confundido. Podemos decir que esas fueron las dos primeras olas de la llegada del evangelio a nuestro continente.

Así llegamos a los últimos 50 años. ¿Qué ha pasado desde entonces? Quiero mencionar tres eventos principales:

1) La explosión del movimiento pentecostal.

2) Las campañas evangelísticas usando las 4 leyes espirituales.

3) La evangelización de la clase media y alta de los últimos años; algo nuevo en los países del tercer mundo.

Antes de hablar de la explosión pentecostal, permítame hacer un par de comentarios acerca de las campañas evangelísticas de las décadas de 1970 y 1980, muchas de las cuales fueron impulsadas por la Cruzada Estudiantil para Cristo (Campus Crusade for Christ), usando las “4 leyes espirituales”.

Quiero creer que Bill Bright, fundador de la Cruzada Estudiantil para Cristo, tenía las mejores intenciones cuando desarrolló estas leyes, tratando de alcanzar a la población no creyente para Cristo, especialmente a los estudiantes universitarios. Desafortunadamente, las 4 leyes espirituales, traducidas a más de 150 idiomas, redujeron el evangelio de una forma pragmática con la intención de alcanzar a grandes grupos de personas de manera sencilla. La realidad es que el evangelio es simple, pero no es simplista. Con el respeto que merece el creador de estas leyes, permítame leerte las cuatro leyes espirituales y la muy conocida «oración del pecador» que sigue a estas leyes, para que podamos ver dónde está el problema:

1. Dios te ama y tiene un plan maravilloso para tu vida.

2. El hombre es pecador y está separado de Dios. Por eso no puedes conocer ni experimentar el amor de Dios y el plan que Él tiene para tu vida.

3. Jesucristo es la única provisión de Dios para el pecador. Solo a través de Él puedes conocer y experimentar el amor de Dios y Su plan para tu vida

4. Debemos recibir a Jesucristo como Señor y Salvador para poder conocer y experimentar el amor de Dios y Su plan para nuestras vidas.

La necesidad del arrepentimiento por parte del pecador está ausente en estas leyes. Estos cuatro principios son verdaderos; no hay engaño en ellos, pero están incompletos. Eso es aún más evidente en la oración que se le pide al inconverso que ore:

“Señor Jesús, te necesito. Gracias por morir en la cruz por mis pecados. Yo te abro la puerta de mi vida y te recibo como mi Señor y Salvador. Gracias por perdonar mis pecados y darme vida eterna. Toma control del trono de mi vida. Hazme el tipo de persona que tú quieres que sea”.

Las 4 leyes espirituales no representan herejías, y la oración del pecador no es anti bíblica; pero si ese es todo el entendimiento que yo tengo del evangelio, la reducción de la verdad puede costarme la vida eterna. Decimos esto porque en las cuatro leyes no hay una sola mención de nuestra necesidad de arrepentimiento, pero en la oración del pecador la persona está agradeciendo a Dios por perdonar sus pecados. Pero no puedo agradecer un perdón si antes no lo he pedido después de arrepentirme de mis pecados. Miles, o tal vez millones, de personas han hecho esta oración sin haber mostrado subsecuentemente alguna evidencia de vidas transformadas. Yo llamaría a esto un evangelio reduccionista o pragmático, pero no es el evangelio.

Dios quiere que estemos apasionados por los perdidos; pero no nos atrevamos a estar tan apasionados por los perdidos que perdamos nuestra pasión por la verdad del evangelio. Si mi pasión por los perdidos es mayor que mi pasión por la verdad de Dios, es muy probable que voy a equivocarme con el evangelio. En ese caso, nos sentiremos tentados a diluir o esconder del inconverso el hecho de que seguir a Jesús tiene un costo.

Hermanos y hermanas, en nuestros tiempos, algunos (o muchos) han sido tímidos en compartir las buenas nuevas de Jesucristo y han tenido temor de que las demandas de la vida cristiana alejen a las personas, que no es más que otra forma de avergonzarse del evangelio. Esto no debe ser así con nosotros, porque sabemos que el evangelio “es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree; del judío primeramente y también del griego” (Rom. 1:16 ).

La explosión del movimiento pentecostal

Algunos pensadores y aun analistas no cristianos han caracterizado al pentecostalismo como el movimiento social más importante que haya cubierto toda la región en el SXX e inicios del SXXI. En la mayoría de las naciones de nuestro continente los pentecostales representan 3/4 partes de la población protestante. En el presente, solo en Centroamérica y Suramérica, sin contar con el Caribe, hay cerca de 500 millones de personas que se identifican como cristianos. De esos, hay entre 40 y 60 millones de protestantes, y entre un 65 y un 75 % de esa población es pentecostal.

Ahora bien, la mayor parte del evangelio que escuchamos hoy en estos púlpitos, en la radio y en las estaciones de televisión, es el evangelio de la prosperidad, con su hermana, la mentira del “proclámalo y recíbelo”; una nueva versión de una vieja mentira. No hay nada nuevo debajo del sol. Satanás solo cambia la envoltura de sus mentiras para engañar al mismo ser humano que engañó en el Jardín del Edén. Si lo piensas bien, el mensaje de la serpiente en el Edén era una versión del evangelio de la prosperidad. Hoy, Satanás ofrece prosperidad material a criaturas caídas y destituidas en medio de una sociedad materialista: “Puedes ser rico o próspero”, es el mensaje. En aquel entonces, la misma serpiente le ofreció a Adán prosperidad espiritual: “Puedes ser como Dios”. Él no le iba a ofrecer riquezas a Adán puesto que él tenía todo el planeta para sí, pero sí le ofreció prosperidad espiritual. Como podemos ver, solo cambia la envoltura.

Para una generación tan egocéntrica y codiciosa como la nuestra, el evangelio de la prosperidad es la “receta correcta”. Sin embargo, este falso evangelio es un archienemigo de la cruz, o, como ha dicho John Piper, “es una abominación a Dios”. Ofrecerle a quien sea, particularmente a un inconverso, riquezas materiales en base al dinero que le han dado al Señor es guiarlos directo al infierno. Es realmente abominable.

Lamentablemente, la mayoría de estas iglesias en esta nueva corriente provienen del campo pentecostal. Obviamente, no todas sus iglesias están en ese error, pero esta teología ha cometido otros excesos. El énfasis extraordinario en las manifestaciones sobrenaturales y en la guerra espiritual de hoy en día sirve para distraer al pueblo de la Palabra de Dios. Muchos en estos círculos creen que para poder predicar la Palabra debes ir antes con un grupo de personas a expulsar a los demonios del área para entonces poder ir a evangelizar, porque de lo contrario la predicación de la Escritura no será suficiente. Por tanto, la suficiencia de las Escrituras no es creída y no es proclamada. Además abundan los casos de falsas profecías: predicciones hechas bajo la fórmula de “Así dice el Espíritu de Dios a las iglesias”, que nunca se han materializado. Junto con esto, hemos visto un abuso de los dones del Espíritu que no se corresponde con las directrices de 1 Corintios 14.

El evangelio de la prosperidad ha inundado América Latina, y muchos seguidores de este falso evangelio, de acuerdo a diversos estudios, son de clase media. Ese es precisamente el grupo de personas que no ha sido alcanzado por el evangelio en muchos de nuestros países tercermundistas. Por tanto, muchos han sido pseudo-evangelizados con una versión de la verdad que está más cerca del infierno que del cielo. Muchos llamados cristianos, entonces, que han hecho profesión de fe y que han seguido el movimiento de señales y prodigios o el movimiento de la guerra espiritual, han abrazado un no-evangelio. Puede que sean sinceros en su celo, pero si no ha habido un verdadero arrepentimiento evidenciado por un cambio de vida, van camino a la condenación. Y alguien tiene que advertiles. En la próxima entrada estaremos analizando cómo puede actuar la iglesia de hoy en la reevangelización de nuestro continente.

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